Contradicciones

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El despertador sonó impertinente, y mi perra comenzó a ladrar. Apague l despertador, maldiciendo por lo bajo. Odiaba tener que madrugar, solo eran las seis y media de la mañana. Era el primer día de instituto, ir era un aburrimiento, no había chicos y había que estudiar mucho. Estaba acostumbrada pero después de tres meses en Roma, no me apetecía volver a Madrid y a la rutina. Acaricie a mi perra, Saika, y me levante. Puse un poco de música para despertarme del todo. En mi instituto había uniforme pero el primer día podíamos ir como quisiéramos. De Roma me había llevado mucha ropa nueva, mi madre se había empeñado en renovar mi armario. Me gustaba la ropa que me había comprado pero teníamos gustos muy diferentes, habíamos tenido muchas peleas respecto a la ropa por eso. Ella quería que vistiera como una niña mimada y yo prefería ir con sudaderas, leggins, y, si podía, una gorra de visera plana.  Así nadie podía decir que era una niña mimada ni que mis padres eran abogados. Abrí el armario y sonreír al ver mi gorra favorita. Era una gorra Obey, me la había comprado mi mejor amiga antes de irme de vacaciones. Cogí una camisa de los Lakers y unos pantalones cortos vaqueros y me vestí. Saika me trajo unas Vans y reí mientras le rascaba detrás de las orejas. Me puse las deportivas, mirando la hora. Joder, aun tenía que peinarme y desayunar. Fui al baño con la gorra en la mano, peine mi pelo claro haciéndome una trenza y me puse la gorra. Me mire al espejo y sonreí.

-      Perfecta.

Baje corriendo las escaleras con Saika pisándome los talones y entre en la cocina. Mi madre me miro mientras me ponía el desayuno.

-      ¿Vas a ir así?

-      Sí, no voy a ponerme un vestido ni nada de eso. En Roma te lo permití pero aquí no.

-      Al menos quítate esa gorra.

-      No voy a quitármela.

Mi madre suspiro y me dejo desayunar tranquila. Siempre había estado en contra de las gorras pero no entendía que a mí me gustaban y que las llevaría siempre que pudiera. Ya bastante hacia con ir a fiestas de niños ricos. Odiaba esas fiestas casi tanto como odiaba mi instituto. Salí de casa con mi madre y subí al coche. Ninguna rompió el silencio hasta que el coche paro frente al colegio.

-      Tu padre te viene a buscar a las dos

-      Vale, adiós

Me baje del coche y entre en el edificio. Por los pasillos todas las chicas me saludaban con una sonrisa, era la chica más popular del instituto. Alguien me abrazo por detrás y reí al reconocer la colonia de mi mejor amiga, Elena. Me gire y la abrace con fuerza. La había echado mucho de menos.

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