Tú y yo, solo amigos

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Mientras todos mis compañeros veían la película de terror que habíamos rentado para aquel viernes por la noche, mi mente solo podía concentrarse en su sonrisa sensual, varonil y pícara de dientes blancos y aperlados. Luke era mi mejor amigo desde que tenía memoria y le adoraba. Habíamos estudiado juntos la primaria, secundaria y la prepa, y ahora que era toda una profesionista hecha y derecha, comunicóloga para ser precisa, continuaba fiel a mi lado. Nunca fue del todo sencillo quererlo, puesto que su carácter cambiante distaba mucho de ser afable. Le gustaba que su voluntad imperara por sobre la de cualquiera, era necio, un tanto soberbio y prepotente, y algunas veces tan ególatra que me daban ganas de azotarlo contra una pared. Sin embargo, lo compensaba con detalles inesperados como mensajes de texto o llamadas cada que sospechaba de que algo no marchaba del todo bien en mi vida, regalos originales en mis cumpleaños del tipo hecho por uno mismo —siendo el más valioso una roca de río grisácea tomada de la primera vez que viajamos juntos a una cascada, que tenía grabadas sus iniciales—, y abrazos y besos espontáneos seguidos de exactamente tres segundos de silencio que en su idioma poco reconocido significaban: "no iré a ninguna parte". Todo aquello era perfecto en su imperfección, a pesar de que esta noche estuviera en un punto bastante insoportable al verme obligada a contemplar a su estúpida sin sesos número cuarenta y cinco, y contando sin poder chistar. Sentía que me asfixiaba o peor, que en cualquier momento me levantaría a ahorcarla si volvía a pronunciar palabra con esa voz chillona. ¿Por qué debía soportar sus estereotipos? No toleraba a la tipa. Me sacaba de mis casillas con más facilidad que un niño malcriado y latoso que cuestiona todo. ¿Qué es lo que le veía? Ok, de acuerdo. Era obvio. La mujer era muy delgada y de cuerpo espectacular, debía reconocer. Rubia platinada y bronceada, de ojos azules, abdomen de envidia, senos y glúteos firmes y musculosos, y boca que causaría envidia a Angelina Jolie. ¡Todo un cliché! Y cómo le encantaban a Luke los clichés. Pero lo que le sobraba de hermosura física, le faltaba en intelecto o buen gusto. Llevaba puesto un vestido de flores con unos zapatos de tacón corrido en un tono azul eléctrico y lápiz labial rojo. Más le valdría a mi amigo no dejarla salir sola a la calle o la "levantarían" por menos de tres dólares la hora. Reí en mis adentros.

—Tres dólares es mucho —mofó mi subconsciente—, trata con uno cincuenta y le darás al clavo. —Solté una exhalación socarrona y Luke volteó de inmediato a callarme con la mirada. ¡Vaya que me conocía! Sabía que me estaba burlando de su muñeca de silicona.

—¿Ocurre algo, Samantha? —me espetó elevando una ceja.

—Nada. Disfruto de la comedia. Eso es todo. —Me mordí el labio para ocultar una mueca.

—Pero si la película es de terror —murmuró la rubiecita. Le clavé las pupilas encendidas.

—Gracias por la nota aclaratoria, Barbie.

—¡Que linda! "Luky", tu amiga me dijo Barbie, ¿ves? Sabía que no era tan desagradable después de todo —dijo en un gritito que me taladró los tímpanos. ¡Maldita neófita! Mi amigo frunció los labios para no carcajearse. Yo le contesté con una patada en la espinilla desde mi sitio.

—¡Auch! —Se quejó, sobándose.

—Te hablaron, "Luky" —escupí sin ánimo de seguir con la charada. Él besó a la chica en los labios —o más bien se la tragó—, y volvió a acomodarse en el asiento para continuar con la velada en calma. Cualquier respuesta que diera sería usada en su contra y era consciente de ello, por tanto, permaneció callado.

Luke disfrutaba ser el amo y señor de sus mujeres. Como todo buen macho, detestaba que una chica le retara o demostrara saber mucho más que él. Yo era una de esas chicas. Eso me convertía en la mejor de todas para entablar conversaciones extensas y sustanciales, pero en la peor pareja del mundo, según su angosto criterio. Tal vez tenía cierto grado de razón. Mi lista de novios formales se limitaba a una sola fila de cinco integrantes que entre ellos no constituían uno solo que valiera la pena. Era una persona bastante solitaria y con el único hombre que me sentía realmente cómoda, era con Luke. Me hacía reír con su delicioso sarcasmo y humor negro, y me consolaba en las penas con diligencia y certeza, aunque siempre termináramos discutiendo por quién daba los mejores y más objetivos argumentos.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2016 ⏰

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