Quinto

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Todo paso tan rápido que en un rato, ambos estábamos en su habitación, me sentía muy incómoda mientras observaba aquella alcoba, pegada a la pared de enfrente, una cama king-size, con cobertores color crema y burdeos, en frente las grandes ventanas con las cortinas corridas, por un lado una mesa de noche, y también un sillón chesterfield de cuero, la habitación era muy elegante, y totalmente alfombrada, no había nada personal a simple vista, y todo era un estilo muy minimalista, al igual que toda su casa. Al fondo habían dos puertas una seguramente sería el baño y la otra por lo que vi después, era el cuarto de vestir.

- Puedes cambiarte – dijo mi jefe, saliendo de esta ultima

- Ah sí, si gracias

El armario era como el tamaño de mi habitación en el departamento, todos sus trajes estaban colgados en percheros, abriendo algunos cajones encontré calcetines o ropa interior, tenía demasiados zapatos, en otro armario tenía su ropa informal, y en medio de todo, había una mesita que dejaba ver relojes caros y lentes de diseñador.

Agradecí mentalmente la idea de mi jefe al llevar ropa a su departamento, pues ahora podía ponerme algo cómodo y quitarme este vestido que me empezaba a asfixiar después de traerlo por tanto tiempo. Pero el agradecimiento se fue tan pronto como me di cuenta que había confundido los paquetes que debían venir conmigo y los que se debían quedar, el pánico y el horror se apodero de mí, cuando mis manos solo pudieron tocar los camisones cortos, el baby doll negro y un conjunto de lencería. Dios ¿Por qué me pasa esto?

- Sarah, me daré un baño primero. Puedes pasar después – dijo mi jefe del otro lado de la puerta.

- Si si, gracias

¿Qué voy a hacer? Veía las prendas dispuestas en el piso alfombrado y una iba siendo aún más reveladora que la otra, no había otra clase de ropa. Busque entre las prendas que había comprado, pero con derrota veía que nada nada servía para dormir, un traje de cashemere para el trabajo (que seguro usaría mañana), un vestido de gala color negro largo, un vestido holgado de día pero con apliques, ¡dios! ¿Porque no había dejado las playeras? ¡Maldición! Mientras seguía planeando que hacer, escuche el agua correr en el cuarto de lado y aquello acelero mi corazón aún más de lo que lo tenía, a unos metros de aquí, estaba mi jefe tomando un baño.

Me fui a sentar en su cama, en mi plan, pediría una de sus playeras, y algún pantalón de dormir. En el peor de los casos, tendría que ir con Marianne a pedir algo de ropa, y en el más horrible de los casos, debería usar uno de los camisones de seda y con encaje, al tacto eran suaves, pero sumamente transparentes.

- Ya puedes pasar – dijo mi jefe saliendo del baño, me quede muda, traía un conjunto de pantalones y camisa como pijama, los botones superiores de su camisa de dormir estaban abiertos, por lo que note parte de su piel y algunos músculos se le marcaban, el pulso se me acelero y sentí el corazón golpear violentamente contra mi pecho.

- Gra...gracias – logré articular.

Al pasar por enfrente de mí, con su toalla alrededor del cuello y su cabello mojado, me llego su loción, la aspire disimuladamente pues olía demasiado bien.

- Jefe, tengo un problema – dije, despejando mi mente y tratando de concentrarme en lo que diría.

- ¿problema? – y me mando una mirada de irritación, tal como si estuviéramos en la oficina.

- Es sobre mi ropa, señor.

- Dígame.

- Es solo que confundí los paquetes, no traigo algo adecuado para ponerme más que un... - pause mis palabras, pues en ese momento advertí que le confiaría lo que me compre con su dinero, lo que compre pensando en que tal vez lo usuaria igual no con él, pero...

Un servicio al jefe  [AHORA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora