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_____ Finn tropezó con sus propios pies y se estrello contra su deshuesado sofá. Su cabeza dio vueltas y soltó un nada elegante eructo, haciendo muecas cuando le ardió la garganta después de demasiados Southern Comfort. Que manera de pasar el día de San Valentín. Que manera de pasar su cumpleaños. Borracha, desempleada, sola y deseosa de salir. Era vergonzoso y patético lo sabía pero había algo bueno al estar sola. No había nadie alrededor para verte cuando finalmente tocas fondo.

Había tocado fondo tan fuerte que cuando cayo encontró completamente un nuevo nivel de bajos.

Como había sido tan estúpida para pensar que no pasaría lo peor y perdería su trabajo. Todos sabían que su compañía estaba pensando en reducciones, pero tontamente había tenido esperanza hasta el final. Por supuesto que debía haber sabido, mejor que ignorar los signos de advertencia. Debía de haber guardado dinero para una emergencia, debía de haber estado buscando otro trabajo por si acaso. Pero no lo hizo. Estaba en quiebra y sin proyectos. El trabajo de mercado era un infierno por causa de la recesión, sobre todo para alguien en su rama, así que todo lo que tenía que buscar en adelante era quizá un trabajo en un restaurante de comida rápida para ayudarse a ganar un poco de dinero hasta que encontrara algo mejor.

_____ gimió cuando su cabeza dio vueltas sin control otra vez y se reprocho por sus pesimistas pensamientos. Ella no le veía el lado oscuro a las cosas. Su patética actitud debe ser por los efectos de beber demasiado. Sentir pena por uno misma no la llevaría a ninguna parte -sabia eso- y tan pronto estuviera sobria pondría todos esos lúgubres pensamientos detrás de ella y empezaría a buscar un empleo. Seguramente abría algo para ella ahí afuera en este amplio mundo; solo tenía que levantar su barbilla y mantener sus esperanzas con pensamientos felices.

Pero primero... necesitaba dormir.

Sus párpados se pusieron pesados y su vista se hizo débil. Su cabeza dio vueltas una y otra vez, haciéndola sentir como si estuviera en la montaña rusa de un parque de atracciones. A veces el sentimiento era casi eufórico y completamente delicioso, y otras veces hacia que su estomago se estremeciera y se revolviera. Llevo una temblorosa mano a su cabeza, cerró sus ojos y rió embriagadamente. Que manera de terminar un perfectamente horroroso día de San Valentín.

Tibio aliento recorrió su endurecido pezón justo antes de que una lengua lo recorriera con tortuosa lentitud. Bella no podía más que arquearse contra esa boca, silenciosamente impulsándolo a que tomara el pezón más profundamente, para aliviar el vacío dolor que había estado dentro de ella por lo que pareciera una eternidad. Había pasado demasiado tiempo desde que había sentido las caricias de un hombre. Demasiado tiempo. Casi había olvidado esa fuerte y pesada vibración de atracción y deseo que podía drogar al instante su cuerpo y mente más fuerte que cualquier licor.

Innumerables y poderosos dedos largos la acariciaron desde el cuello a los dedos de los pies, como si cien diferentes manos la recorrieran. Era imposible concentrarse en cualquier área de su cuerpo, cuando este era bombardeado con tantas sensaciones diferentes a la misma vez. La boca en su pezón subió y planto un firme y lento beso contra su jadeante boca, probando su respuesta hasta que gimió con creciente necesidad. Dedos recorrieron su pelo, tamizando los mechones una y otra vez, haciendo que su cuero cabelludo se estremeciera agradablemente. La boca en ella subió hasta presionarse en su pelo, ella suspiro y se estiro, para saborear cada y toda deliciosa sensación que recorría su cuerpo con tan lento conocimiento carnal.

Manos forzaron sus muslos para separarlos con fuerza inmovible y ella jadeo. Inmediatamente innumerables yemas de dedos se movieron para separar sus labios vaginales y acariciar su húmeda e hinchada carne hasta que sus caderas estaban meciéndose ávidamente buscando más de las dulces caricias. Suaves tirones a su pelo púbico la dejaron temblando, y el estirar y pellizcar su hinchado clítoris la hicieron gritar desvergonzadamente en su pasión. Sus pezones estaban duros como diamantes y estirándose hacia el cielo cuando más manos la acariciaron ahí, apretándolos despiadadamente hasta que estaban rechonchos y rojos como jugosas bayas.

_____ quería abrir sus ojos, para ver a los amantes fantasmas que la estaban complaciendo tan a fondo, pero tenia miedo de hacerlo porque hacerlo su sueño desaparecería antes de alanzar el clímax que tanto anhelaba. Su mente todavía estaba empañada por el consumo de demasiado alcohol y seguramente por eso su sueño parecía tan real, porque nunca su sobria imaginación habría producido tal embriagadora visión o sueño sexual. Mejor mantener los ojos cerrados por el momento y saborear la fantasía hasta que durara, que tentar al destino y despertar demasiado pronto.

Era tan erótico, la manera en que su cuerpo estaba siendo acariciado y explorado por tantas manos que la recorrían. Ninguna parte de su cuerpo fue olvidada. Incluso la sensible piel entre sus dedos del pie fue acariciada. Cuando la sensación de una tibia e húmeda lengua recorrió su abierto y tembloroso sexo, se entusiasmo y ondulo su cadera contra la lengua, deseando más. La lengua quedo quieta por un momento luego se separo y ella gimió su desilusión en voz alta.

Una profunda voz se rió y su cuerpo giro de modo que quedo sobre su estomago. El inesperado movimiento hizo que abriera los ojos con asombro, pero bien pudo estar ciega por todo lo que podía ver. Era negro como la brea alrededor de ella, más oscuro que una noche brumosa sin luna. Sus sentidos se tambalearon de nuevo hasta que cerró los ojos una vez más, y descanso su frente en las almohadas bajo ella.

Manos recorrieron su piel y apretaron sus nalgas hasta que suspiro y gimió otra vez. Su espalda se inclino, levantando su cadera, facilitando el acceso a su atormentador sexual. Otra vez llegó la profunda risa y las manos en su trasero separaron sus nalgas ampliamente de modo que la lengua pudiera lamer su ano.

Levantándose sobre sus codos, chillo de indignación o de sorprendente placer no pudo decidir cual porque sintió ambas emociones con igual fuerza y trato por instinto de alejarse. Sin embargo las manos que sostenían su trasero no la dejaron y una suave nalgada fue administrada para reprenderla por su intento de retirada. La lengua se retiro, pero las manos que la sostenían no vacilaron. En cambio la levantaron más alto y más manos la recorrieron acariciando sus expuestos labios y ano.

Ahora solo su cabeza y brazos descansaban en el sofá, de modo que sus pechos se balancearon bajo ella cuando fue movida de esta manera para acomodar mejor a sus amantes fantasmas. Su cuerpo entero, de la frente a la espalda, de la cabeza a la punta del pie, era acariciado una y otra vez hasta que lloro esperando el clímax. Su cuerpo se sentía hinchado, pesado y húmedo. Era todo lo que podía hacer para no gritar con cada roce de esos dedos y labios sobre su cuerpo, estaba tan sensible a esos diminutos roces. Nunca había estado tan consiente de su propio cuerpo, tan receptiva a cada y toda erótica sensación que la recorría.

Esto era lujuria. Esto era pasión. Esta era pura y animalística necesidad... y Dios la ayudara, quería más.

Entonces justo cuando pensó que se volvería loca de necesidad, cada orificio fue penetrado por largos y fuertes dedos. Su boca, su vágina y si incluso su ano fue gentilmente estirado por esos dedos de modo que se corrió con un violento estremecimiento que atormento su cuerpo repetidas veces, en ritmo con cada temblor de liberación que la arraso una y otra vez. Fue suficiente para nublar más a su mente, hasta que se sacudió el sueño y entro en un sueño profundo para escapar de las convulsiones de su exquisito clímax.

Justo antes de que sus sentidos se desvanecieran escucho un orgulloso y satisfecho susurro en su oído:

-Eres digna de Él, digna más allá del precio. Has hecho bien... realmente lo harás bastante bien.

La Joya j.b Where stories live. Discover now