Como siempre, Gloria está en el mostrador, sale de inmediato de su lugar y coge mis mejillas para apretarlas con fuerza; ha hecho eso desde que tengo memoria. Es muy bajita y los años ya se le empiezan a notar, su cabello rojizo, ahora es más blanco que nunca y las arrugas en su rostro te recuerdan que hay mucha historia detrás de ella.

—¡Cómo has crecido!

—Sólo ha pasado un año, Gloria.

—Se ha sentido como una eternidad, cariño. ¿Qué te trae por aquí?

—Pintaré mi cuarto —le digo sonriendo.

—Pasillo dos, aunque ya lo sabes.

Vuelvo a sonreír y camino al pasillo número dos. La tienda sólo tiene cuatro pasillos y es muy pequeña, pero, por alguna razón siempre está llena. Creo que es por Gloria, le cae bien a todo el mundo. Encuentro los botes de pintura al final del pasillo, no hay muchas opciones, elimino de inmediato el rosado, no quiero más rosado en mi vida, nunca más.

Paso mis dedos por mi quijada un par de veces. Tengo dos opciones: café y marrón. ¡Qué difícil decisión! Ninguno me gusta, trato de pensar con qué combina mejor la casa, ya que mamá la ha decidido pintar de blanco hueso. De acuerdo, marrón entonces. Supongo que se verá bien.

—¿Escogiendo pintura? —giro de inmediato hacia la persona que ha hablado.

—Si. Algo así, Isaac, ¿cierto?

—El mismo que viste y calza. —Extiende su mano hacia mí y la tomo enseguida—. ¿Necesitas ayuda? Tienes varios minutos mirando la infinidad de colores que hay en esta tienda.

Una carcajada sale de mi interior, puesto que sólo hay dos colores.

—Claro, es una decisión muy difícil. Son tantos colores —le sigo el juego.

—Déjame ver, marrón o café. ¡Vaya, qué difícil! Si me permites opinar creo que el marrón está bien.

—Es justo el color que había elegido.

—Pues qué bien, ya tenemos algo en común y algo más para conversar porque mis ideas se estaban agotando y no quería irme aún —confiesa y una sonrisa tímida aparece en mis labios.

—En ese caso... ¿Me ayudas con los botes?

Asiente y toma dos. Recorremos el pequeño camino al mostrador y puedo darme cuenta de que algunas personas nos miran extraño. Recuerdo que Clark mencionó algo sobre que los Carter eran misteriosos y que no solían hablar con nadie, menos John. ¿Por qué tengo que pensar en John y no incluirlo dentro de los Carter?

Isaac pone ambos botes sobre el mostrador y Gloria lo mira unos segundos curiosa. Él le sonríe con educación y yo trato de suavizar el incómodo momento preguntándole a Gloria por su hija Johana. Gloria se relaja de inmediato y me dice que lo más seguro es que la vea en la feria por la noche. Insiste en no cobrarme y yo insisto en pagarle hasta que gano la pelea y me entrega mis bolsas. Voy a cogerlas e Isaac lo hace por mí y se apresura a abrir la puerta con su mano libre para que pueda salir. Puede que no hable con nadie y que sea misterioso, pero, es todo un caballero.

—¿Te molesta si te acompaño hasta tu casa? Puedo ayudar —dice levantando más las bolsas con mis compras.

Lo medito algunos segundos y miro a ambos lados de la calle. Isaac parece ser alguien agradable, me resulta extraño que después de dos meses no haya hablado con nadie en la tienda, la gente del pueblo no sólo tiene defectos, también virtudes y una de ellas, sin duda alguna, es lo amistosos que son. Me dejo de tonterías, y niego con mi cabeza.

John, la mayor de mis adicciones. Where stories live. Discover now