Pagina Dos

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Querida Casie:

Siempre quise tener una familia feliz.

Unos padres que se quisieran, una estabilidad económica.

Nunca tuve ninguna de las dos cosas.
Mis padres nunca durmieron en la misma habitación. Nunca los escuche hacer el amor. Nunca se dieron de la mano. Nunca se quisieron.

Cada discusión era una explosión. Gritos y muebles rotos. Malas palabras y maldiciones.

Yo miraba un punto fijo en la pared y esperaba a que pasará todo.

Con el tiempo fue a peor. Peor. Peor. Peor.

Ahora se dicen que se odian abiertamente. Llevan años sin hacer el amor. Papá se lo reprocha cada vez que discuten, y yo lo escucho. Mamá hace muecas de asco cada vez él habla. No le gusta estar a diez metros de él. Siempre le grita que se duche, y él no lo hace solo para fastidiarla.

Cada vez tenemos menos dinero.
Nos echaran de casa en una semana, y no tenemos luz.

Mamá dice que solo serán unos meses. Dice que estaremos bien. Que en casa de la abuela estaremos como en casa. Dice que no notaremos la diferencia.

No lo dudo.

He pasado gran parte de mi vida en casa de mi abuela. Prácticamente nací allí. Corrí por sus pasillos, y dormí en sus camas.

Mi padre nunca pudo mantenernos —no lo intento—, y mis abuelos nos ayudaron mucho.
Son ellos a quienes quiero.
No a ese vago que fuma cigarro tras otro extendido a sus anchas en el sofá.

—Divorciate. —le digo a mi madre. —No lo necesitamos para nada.

Mi madre frunce los labios con resignación, y se encoge de hombros.

—Ya sabes como se pone Will cada vez que lo menciono. Rompe todos los muebles de casa.

Will es mi hermano mayor por tres años. Al contrario de mí, quiere a nuestro padre y no soporta la idea de dejarle solo y sin familia.

Es por él por quien mis padres siguen casados y odiándose. Por él seguimos en esta pantomima. Para no hacerle daño.

Yo discuto con él, y le expongo los numerosos motivos por los cuales es preferible que esta guerra termine.

Podremos librarnos de ese ogro verde que nos chista cada vez que reímos demasiado fuerte.
Podremos tener libertad para expresar nuestros pensamientos.
Podremos ser felices. No tendremos cargas. No tendremos a mi padre.

Él me grita. Repite una y otra vez lo estúpida que soy. Me dice que no quiere vivir en una familia rota.

¿Cuando por Dios entenderá que ya lo hace?
¿Cuando vera que somos mucho más infelices viviendo de esta manera?

Yo por mi parte, lo asumí.
Mis padres no se quieren, y no tendré una familia de anuncio. No los veré cogidos de la mano, o dándose un beso. Lo acepte. Nací en una familia que no era una familia.

Lo acepte. Te juro que .

Querida CasieWhere stories live. Discover now