2. Mucho orgullo, más prejuicios

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El primer día ni el pelirrojo ni la rubia estaban interesados en trabajar. Nathanaël aun negaba su suerte. Chloe simplemente no se encontraba de humor.

El segundo día fue más tranquilo. Chloe empezaba a hablar más con Sabrina y a pensar menos en su auto-tortura, Nathanaël se empezaba a resignar a su suerte.

A la mitad del tercer día la molestia se convirtió en desesperación por parte del pelirrojo: faltaban ya solo cuatro días y medio para terminar el trabajo.

No tenía tiempo ya para pensar en su suerte, debía pensar en que era parte de una nota. Quizá no prestara atención en muchas clases (la mayor parte del tiempo se la pasaba dibujando, aprovechándose de la convenientemente grande espalda de Ivan), pero si de algo él podía hacer honra era de sus buenas calificaciones en los trabajos escolares; mucho más si se trataba de un proyecto que valía tanto en el promedio.

Suspiró, finalmente dejándose caer en la resignación, y se acercó a la rubia que aún no se había ido de su puesto después de sonada la campana de la salida.

Chloe, sin siquiera fijarse en el chico tras ella, recogió sus cosas y se dispuso a irse junto a su mejor amiga.

—¡E-espera! —exclamó desde su espalda el pelirrojo avanzando con prisa hacia ella. Estaba dispuesto a apostar su chaqueta favorita a que ni siquiera se acordaba del trabajo.

Chloe volteó a verlo— ¿Qué quieres?

Lo sabía.

—Es sobre el trabajo de literatura —le aclaró, en su acostumbrada voz baja—, ¿no recuerdas? Tenemos que dramatizar algo.

Chloe volteó a ver a Sabrina— ¡Sabrina! ¿Por qué dejaste que te emparejaran con otro que no fuera conmigo? ¡Ush! —exclamó con el ceño bien fruncido a su pelirroja amiga a lado.

—L-lo siento, Chloe. Creí que ya sabrías, aunque eran solo parejas de hombres y mujeres... —soltó está en su defensa, encogida al escucharla. Nathanaël la vio por el rabillo del ojo, ¿cómo la aguantaba? ¿Cómo? Sin duda, tenía una paciencia de oro esa chica.

Rodó los ojos, exasperada. Volteó a ver al chico— ¿Podrías hacerlo tú, querido? Gracias, no estoy de humor. —Sonrió forzosamente, volviendo a recoger sus cosas. Aunque era cierto, no estaba de humor. Ese día en especial Marinette estaba más que apegada a Adrien (seguramente por eso de los grupos, pero no importaba), era como sentirse en el primer día de su depresión otra vez pero con más rabia.

Sin embargo el pelirrojo, al que bastante poco le importaba el humor de la rubia, cogió su brazo deteniéndola de irse— Es una dramatización en parejas, no puedo hacerlo solo —respondió, en un tono de voz más alto de su usual. Se notaba irritado.

Pero Chloe lo estaba más— Ingéniatelas.

Forcejeó un poco para que soltase su brazo, luego con más fuerza al ver que el chico no aflojaba su agarre. Era más fuerte de lo que aparentaba, sin duda.

—Suéltame ahora —pronunció con voz amenazante. Sabrina lo vio con miedo, haciéndole señas de que hiciera caso.

Nath lo ignoró— Es para la próxima semana. —Su postura era firme, como rara vez lo era: no la dejaría ir tan fácil.

—Podría ser para mañana y no podría interesarme menos, ¡suéltame, te dije! —frunció más su ceño mientras gritaba. En serio no estaba de humor, mucho menos para un compañero con el que ni hablaba ni le interesaba hablar.

Intento zafarse un rato más, quizá unos tres minutos, hasta que finalmente se cansó. Vio al chico a los ojos: una mirada decidida. Vaya.

—Sabrina —pronunció, sin cortar la mirada con el pelirrojo —, ¿a qué hora tengo la agenda libre?

No tan mala |Nathloe|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora