Parte 2.

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Una hora después Perséfone entro por la puerta, se sentó en la cama donde yo seguía.

-¿Me detestas? – me pregunto mientras me miraba fijo a los ojos.

-No – me limite a responder en el estado mas estoico que podía.

-¿Me temes? – me pregunto de nuevo.

-No – respondí estoica de nuevo –ya me dijiste que me pasara ¿no?, no saldré viva de aquí y viviré hasta el momento que tu decidas, así que, ¿que gano yo?, ¿vivir el tiempo que me queda llena de terror?- dije mirándola a los ojos, tratando de parecer firme.

- ¿y si te mato ahora? – me pregunto su sonrisa malévola.

- pues si me matas ahora, supongo que es todo lo que pasara – dije mirándola a los ojos.

María llamo a la puerta, Perséfone grito – Pasa- y María abrió la puerta despacio.

-¿No van a desayunar? – pregunto curiosa.

-No – dijo Perséfone entre risas – he planeado primero matar a la pequeña –.

-Ya le he dicho que no puede matar a nadie en la casa- dijo María muy seria- la ultima vez se mancho el tapete de la sala y lo tuvimos que tirar, aparte, ¿usted me va a enseñar a leer? – dijo María extrañada como que todo lo relacionado con el asesinato era muy normal.

-Hummm, buen punto – dijo Perséfone pensativa sin quitarme la mirada de los ojos – entonces si vamos a desayunar – dio un brinco de la cama y se puso de pie, y salió del acuarto.

María se acercó a mí y me sonrió – no se preocupe señorita, siempre dice que va a matar a todos, a mí, a los perros, a las otras muchachas que vienen, pero, nunca mata a nadie... al menos no dentro de la casa- dijo muy convencida de que eso me daría algún tipo de tranquilidad. Sonreí, no podía hacer mas que tratar de mantener la calma.

Nos sentamos a la mesa, no hable mas y Perséfone me buscaba con la mirada, yo no decía nada, ella hacia planes con María respecto a lo que necesitaba para la noche, aparentemente habría una fiesta.

Terminamos de comer, Perséfone se fue de la mesa, yo me quede con María un rato mientras estudiábamos las letras.

-María, ¿le puedo preguntar algo? – pregunte mientras se encontraba leyendo y repasando las letras.

-dígame señorita – dijo mientras estaba ahí, concentrada en rehacer una y otra vez las letras.

-¿quieres son las otras señoritas que vienen? - pregunte extrañada.

-Pues... como usted, son las novias de la Señora – dijo distraída de nuevo.

- Y la señora ¿tiene muchas novias?-

- Hummmm, ¿como dice que se llama esta letra?- pregunto concentrada en sus cosas

- esa se llama Te, como T de Tomate , con esta comienza – dije explicándole – pero bueno ¿tiene muchas novias? – pregunte de nuevo.

- pues, no, todas duran poco y se van, espero que usted dure mas- dijo sin sacar la vista del cuaderno.

- yo también espero durar – me limite a repetir despacio, pero no por los mismos motivos que María pensaba, ahora sabía que a Perséfone le gustaban las mujeres, cosa que había sospechado desde el inicio.

Después de un rato, María se cansó de leer y yo decidí irme al cuarto, no me gustaba vagar por la casa, mucho menos cuando sabia que algo iba a pasar.

Las Noches de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora