Cambios en el destino

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Después de terminar la batalla final Yugi se encontraba colapsado postrado de rodillas mientras miraba el suelo y lágrimas amargas caían de sus preciosos orbes amatistas, sentía morirse, él había ganado, había ganado la única batalla que nunca en su vida hubiera querido ganar. En ese momento Yami se acercó a su hikari, le partía el alma verlo así, él tampoco se quería ir, él quería estar siempre junto a su aibou, cuidarlo y amarlo como nunca más lo iban a volver a amar en su vida, pero el destino era cruel y ya Ra ya había marcado que ese fuera su final.

Yami: He sido vencido aibou -Dijo con una sonrisa, agachándose y poniendo una mano en el hombro del tricolor menor -Levántate, ganaste así que no debes llorar, si yo fuera tú no mostraría mis lágrimas.

Yugi: Pero yo soy muy débil... Tú siempre has sido la meta que eh querido alcanzar -El oji-amatista se sonrojo ante las palabras que había mencionado, lo dijo sin pensarlo, pero ya nada más importaba, la noche anterior en el barco ya le había confesado a Yami lo que sentía por él y el pequeño tricolor también era consciente de los sentimientos de su yami -Siempre quise ser tan fuerte como tú -Le dijo con más lágrimas saliendo de sus ojos y sin levantar su mirada y su sonrojada cara.

Yami: No eres débil hikari -Le decía para reconfortarlo, no podía ver a su luz llorar y menos saber que él era el responsable de tan amargas lágrimas- Tienes una fuerza invencible en tu interior, la fuerza de la bondad, tú me enseñaste eso- El oji-rubí le sonreía cálidamente a su aibou aunque este no lo estuviera mirando, su mirada reflejaba dulzura, solo quería guardar las últimas imágenes de su chibi, guardar cada momento para así poder pasar la eternidad acompañado de los recuerdos de sus últimos momentos con su hikari -Aibou... -Le habló y el tricolor menor levanto la mirada y sus bellos ojos amatistas se encontraron inevitablemente con los ojos rubí de su oscuridad, el pequeño se sonrojó, Yami estaba muy cerca de su rostro y el pequeño solo quería hacer una cosa, besarlo, besarlo y pedirle que no se atreviera a dejarlo solo, no una vez más, ya había sufrido por estar lejos de él antes y le iba a doler más ahora que sería para siempre, el oji-rubí también quería besarlo sin importarle que todos sus amigos estuvieran presentes, solo se resistía porque sabía que si lo hacía iba a hacer más difícil la despedida entre ambos –Tu valor para enfrentar esta batalla ceremonial me enseñó el camino que debo seguir, por favor hikari regálame una última sonrisa -El mayor limpió las lágrimas del oji-amatista, lo levanto del suelo y poso sus manos sobre los hombros de su luz, sabía que esa iba a ser la última vez que pudiera poner sus manos sobre su chibi, así que guardó en su memoria la calidez del menor para que así en su días de soledad pudiera recordar a su dulce pequeño e imaginar que nuevamente podía sentirlo.

Yugi: "Mou hitori no boku" -Dijo el pequeño tricolor sonriendo, su sonrisa era tierna y sincera, su alma estaba sonriéndole al único dueño de su corazón.

Yami: Yo ya no soy tu "Mou hitori no boku" aibou -Decía calmadamente mientras el oji-amatista lo miraba triste y sorprendido, esas palabras eran las más horribles que pudieron haber salido de la boca del tricolor mayor, sintió un pequeño hueco en su corazón -Tú tampoco eres nadie más... Tú eres Yugi Mutou alguien único en este mundo -El tricolor mayor miraba al menor como lo que era su persona especial, lo más preciado que tenía en esta vida y en la anterior, Yugi asintió y se sintió mejor al comprender las anteriores palabras, el vacío en su corazón comenzaba a desaparecer solo con ver la mirada de su yami.

En ese momento el ojo de Wdjat comenzó a brillar, el pasado reclamaba el alma del Faraón.

Ishizu: El ojo que cuida la puerta al inframundo ha visto la verdad del alma del faraón en esta batalla. Es hora de que la puerta se abra y regrese el alma del Faraón que ha estado en este mundo por más de 3000 años –Dijo a todos los presentes.

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