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Al día siguiente, papá me advirtió nuevamente que lo llamara y que pusiera mucha atención en clase. Nuevamente le dije, "lo haré papá", pero él en cierto modo sabía que lo decía por inercia y ya no le prestaba atención. Se despidió de mí y me dejó ir.

Ahora estaba entrando por la entrada principal del instituto. Me sorprendo al instante al ver a Amy con una gran sonrisa, me saluda y se viene a mi lado.

En mis pensamientos advierto que Amy se está convirtiendo en una sombra, que es una forma de decir que ella solo quiere permanecer a mi lado todo el día. En cierto modo, es incómodo. Nunca he tenido a nadie que quiera acercarse a mí. Soy aburrida, siempre ando con un libro a cuestas o escuchando música sin querer saber nada de mí alrededor. Sin embargo, algo en mí está cambiando. No veo el hecho de que Amy quiera acompañarme durante todo el día como algo malo, en vez de eso, lo veo como que estoy cambiando y que quizás al fin soy alguien para alguien por mientras. No sé si en el futuro será cambiada por alguien más interesante.

—Hola Amy—saludo al verla. Fuerzo a mi voz a salir de manera audible y agradable.

—Hola Emmy—dice ella con una sonrisa.

—Hoy nos toca Ciencias y luego Gramática, ¿cierto?—pregunto a ella para sacar tema de conversación, aunque a decir verdad, no pude ver muy bien mi horario de clases antes de salir de casa y ahora estoy insegura.

—Sí—asiente—, ¿Ya tienes todos los libros de la escuela?

Cuento los libros que tengo en mi cabeza y los que llevo en mi mochila.

—Sólo me falta el de Guía Psicológica o algo así—digo mientras veo cómo otros estudiantes tienen un casillero para ellos. Son muchos libros y necesitaré también un casillero si no quiero dañar mi espalda. Me recuerdo a mí misma que tengo que ir a preguntar el cómo consigo uno.

Caminamos al salón a paso lento. Yo solo me dedico a seguir a Amy a donde ella vaya. Ya nos falta diez minutos para entrar a clases.

—A mí me falta el de matemáticas y el de ecología—comenta ella con un poco de vergüenza. Noto que se mordió el labio inferior.

—Pronto los consigues—digo para animarla. Ella suspira afligida.

—Es que mis papás ya no tienen mucho dinero —dice con pesar la chica, en voz baja sólo para que yo la escuchara.

—Entonces yo te prestaré los libros, no te preocupes—suelto sin pensar. Ella me sonríe agradecida con una sonrisa. Yo sonrío de vuelta.

— ¿Harías eso por mí?—me sonríe ilusionada.

—Sí, ¿Por qué preguntas?—me encojo de hombros al mismo tiempo que preguntaba. En realidad, no es algo del otro mundo prestar un libro. Ella podía tomar los apuntes de allí, por mientras sus padres logran comprar los libros que faltan.

—No, no es nada—dice la chica tímidamente y ríe.

Al cabo de unos pocos minutos, entramos juntas al salón número cincuenta y cuatro. Buscamos los mismos puestos que el día anterior y nos sentamos.

Durante el tiempo que falta para suene la sirena, Amy entabla conversación con otra chica. Una tal Sophie en que en mi vida la había visto.

La sirena suena, y la profesora se hace presente. Saluda a la clase. Ella es alta y con una melena oscura muy larga que le llega a la cintura.

Minutos después de que la profesora Lourdes comenzara a hablar, tres personas entran al salón, queriéndose pasar por desapercibidos, sin embargo su intento falla cuando la profesora los mira.

Almas Gemelas (DISPONIBLE EN FISICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora