Los días pasaban y cada vez me iba encariñando más con ella, Casi sin demostrarlo se que ella también. Todos los días nós contábamos algunos de nuestros secretos, yo siempre trataba de lucir seguro ante ella pero en realidad cada vez que me besaba o estaba cerca mio adentro mio los nervios se apoderaba de mi.
llegue a un punto en el cual yo solo quería estar con ella y no solo para conseguir sexo como hubiera sido antes, sino para que sea mi compañera en todo.
Tome aire y trate de decirlo, ella simplemente esperaba la pregunta indiferente, las palabras no podían salir de boca, estaba competente nervioso y no entendía porque me estaba pasando eso.
El tiempo pasaba cada vez más y al final ella tomo la iniciativa y pregunto un poco fastidiada de la espera
-¿Querés ser mi novio?
Yo instintivamente respondí que no, no porque no quisiera sino que era mi obligación decírmelo yo a ella.
Espere un momento y me lleve de valor y le pregunte
-¿Querés ser mi novia?
Ella me miro a los ojos, un poco sorprendida y me respondió
- Deja que lo piense.
En ese momento me sentí tan ridículo e insignificante que no sabía como reaccionar.
Espere a que ella se fuera me despidió con un beso y yo me fui.
Ese día regresé a casa con más dudas que antes.
