Te escribo desde mi celda

2.8K 239 115
                                    



Te escribo desde mi celda, cariño.

Están aquellos dos hombres de traje militar vigilándome. ¿Acaso creen que tengo chance de escapar? Hay que ver lo paranoica que está la gente hoy en día, ¿verdad? Hace unos días, quizá semanas que estoy aquí. Sin poder verte. Extraño tu cálida mirada y, aunque no fuéramos nada, sentía que éramos todo. ¿Ya te sientes mejor? Sé que perder a un hermano duele. Lo siento, no fue mi intención. No quería que esto sucediera. Créeme cuando te digo que de verdad intenté detenerlo. Ay, ese hombre del tren. Todo pasó tan rápido. Nadie tuvo el suficiente tiempo para pensar que hacer. El pobre chico caminaba torpemente con sus cortas piernecitas a lo que sería su muerte. ¡Tú no lo sabías! ¡No intentes culparte, Amanda! En este pequeño espacio solo puedo imaginarte. Intento durante horas recordar tu pacífico rostro cuando me hablabas. Amaba cuando me contabas historias de aquella cabaña en la que vivías con tu padre y tu hermano. Eras la única reina de la casa. Eres la única dama de mi corazón. No fue hace mucho que me inculparon de su muerte. En parte tenían razón. ¡Pero no podía dejar de atormentarme por cada lágrima que salía de tus ojos! Por favor, Amanda, perdóname. Sé que leíste lo de mi pronta ejecución. Al parecer, aquellos hombres que simulan predicar la paz no saben qué hacer conmigo. No les sirve de nada tenerme encerrado, pero consideran peligroso dejarme libre. ¡Amanda, quisiera verte de nuevo, escuchar tu dulce voz! Cada noche que paso bajo el techo de piedra se hace eterno sin tu compañía. Escribo a la nada durante horas enteras. Sé que quizá no te entreguen mi carta, pero no podía irme sin despedirme de ti. Pasa por mi mente la escena que me llevó a esto y debo decirte, que no me arrepiento de nada. Yo moriré, estoy seguro de ello, pero aunque sea, aquel bastardo que destrozó para siempre tu vida se irá conmigo.

Sé que estuviste ahí. Lo viste todo y sabes que soy inocente. Pero como reconozco que fuiste testigo, también debo de admitir que, en caso de desechar estas palabras a la calle, alguna persona leerá y sentirá intriga en saber qué fue lo que realmente ocurrió para que todo acabase de este modo. Ahora estás tú, vestida de negro, en el funeral del pequeño Erick y yo, de camino a la horca. Escrito de esta forma, es algo exagerado, ¿no? Suponía que a estas alturas, con tantos años de evolución, estas formas de castigo, (si se le pueden decir así), ya no existían. Me llevé una no muy grata sorpresa al saber que mi último recuerdo de este mundo sería la mía, cayendo al vacío en una rápida muerte. Espero que lo sea. Por cierto, debo decirte que tengo la esperanza de que estés presente en mi deceso. Es gracioso. Me he puesto a divagar como lo hacía en los viejos tiempos, cuando nos juntábamos en aquel tejado varios años atrás.

La madrugada era fría. Al levantarme, tuve una mala sensación. No por el clima, ya que estaba a principios de invierno y era común que las casas fueran azotadas por fuertes ventarrones que parecían hechas de hielo. Decidí llamarte. Busqué insistentemente el aparato mientras mis malos presentimientos aumentaban. Algo iba mal. Algo te había pasado. No podía dejar que te pasara nada. Cuando encontré, al cabo de unos minutos al condenado cacharro, marqué tu número tan rápido como nunca antes lo había hecho. ¿Qué te sucedía? El repiqueteo se me hizo eterno. Con el teléfono entre mi oreja y hombro, comencé a alistarme para ir a tu casa mientras aquel incómodo estado no hacía más que crecer.

—¿Hola? ¿Quién habla? —mi corazón se desbocó cuando te oí. Tu tono nervioso y agitado solo disparó mi inquietud.

—Soy yo, Am. Soy Marcos. ¿Está todo bien, pasó algo? —no dudé un solo segundo en preguntarte. Debía saber que no pasaba nada. Que todo era producto de mi imaginación.

Pero guardaste silencio y hasta creo, escuché un sollozo. Pero quizá solo fue cosa mía, debido a los nervios. Me obligaba a calmarme, admirando al pequeño gato que dormía en el alféizar de la ventana. (Aprovechando esto, Amanda o cualquier otra persona que lea esto, observar un gato es de lo más tranquilizador del mundo a menos de que sea de noche. De noche, aquellos ojos brillantes parecen los de un monstruo de una película de terror. Y no de esas patéticas de ahora. Hablo de las de antes, esas que te hacían quedar días enteros sin dormir). Pero, una vez más, me alejo del tema.

Te escribo desde mi celda. #CoColores2k16Where stories live. Discover now