Una oportunidad a medias.

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Escucharla cantar le había removido cada fibra de su ser, pero no era en si su voz la que la tenía de esa manera.

Había caminado hacia la salida y depués hacia la calle, sin esperar ser seguida por alguien. La noche era hermosa, pero debido a su estado la encontraba nostalgica como si la Luna también extrañara el calor de la rubia, como si las estrellas quisieran tener sus labios y nuca separarse de ellos, por el resto de la vida si fuese posible, si estuviera ahí.

Su mirada bajo al igual que la de sus pasos y el suelo realmente parecía ser la cosa más interesante. El aire pasaba a su lado jugando con su cabello y creyó escucharlo susurrar, pero como siempre, solo eran cosas suyas. Siguió avanzando sobre la banqueta y se dio cuenta que no tenía idea de donde se encontraba, bufó y decidió sentarse en la banqueta esperando que por arte de magia alguien la recogiera y la llevara hasta la comodidad de su hogar. Su dulce hogar, de donde nunca debió salir.

-¡Michiru!- una voz le sacó por un momento de su triste pensamiento y solo se limitó a ver hacia la calle y se encontró con un auto muy lujoso y su conductor era la señorita Meiou.

-Hola- dijo sin ánimo.

-Súbete, yo te llevo- le regaló una sonrisa tierna y comprensiva. Michiru confundió sus intenciones con lástima.

-No, prefiero morir aquí.

Setsuna soltó una pequeña risa -vamos, no soy tan mala. Entiendo que estas algo agobiada por todo lo que sucedió, pero te aseguro que no quiero divertirme contigo o algo parecido. No seas tan ruda contigo y permite que los demás te ayuden.

Eso fue suficiente para que la peliazul se sintiera más mierda de lo que ya lo hacía, entonces solo pudo responder de una forma fría -no necesito la lástima de nadie. Gracias, pero no gracias.

Setsuna se bajó de su auto y caminó hacia Michiru, se agachó hasta quedar frente a frente con la peliazul, le acarició el cabello como si temiera romperla -no- Michiru se le quedó viendo extrañada sobretodo porque movía la cabeza en forma de negación -no me digas que el daño que Haruka ocasionó rompió toda tu calidez- la peliazul abrió grandes los ojos, nadie la había decifrado tan rápido -Haruka es testaruda y una completa idiota-ambas rieron -no dejes que eso te haga fría. Tu no eres asi Michiru, tu eres valiente e inteligente. Claro que las dos son orgullosas y hasta un tanto rencorosas pero no dejes que eso quiebre lo que ya tenían. Haruka realmente no quería besarla, la muy...- tenía la palabra justo en la punta de la lengua pero se trataba de algo vulgar y no pensaba decirlo.

-¿La muy...?- realmente Michiru quería saberlo.

-No puedo.

-¿Cómo que no puedes? ¿Es que acaso...?- se detuvó y abrió mucho los ojos porque empezaba a unir todas las piezas -¿¡ACASO YA LO SABÍAS!?

-¿¡Qué!? ¡No! Calmaté. No es lo que piensas es que es algo vulgar y no quiero decirlo.

-¡Pues dilo!- ya comenzaba a perder la poca paciencia.

-No.

-¡DILO!

-P...p...pero...

-¡Que lo digas con un demonio!

-¡Agh! ¡La muy puta se le abalaanzó y Haruka trató de quitarla antes de que tu llegarás porque precisamente quería evitar todo este maldito drama! ¡Ella te ama! ¿¡Eres muy ciega o muy estúpida!?- inmediatamente se llevo las dos manos a la boca levantándose de su lugar al instante. Iba a disculparse cuando fue interrumpida.

-¿Eso es cierto? ¿E...E...Ell...Ella...Ella me ama?

-¡SÍ! ¡TE AMA COMO SU VIDA! ¡SÍ, ERES PENDEJA!- las dos se quedaron con los ojos muy abiertos, la peliazul por la sorpesa y la peliverde por la vergüenza.

La cita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora