-¿Jane? ¿Qué pasa?- me miró alarmada. No le agradaba mi visita.

-Harry...digo el director esta muy mal.

-Tiene un ataque de asma ¡Necesita un inhalador!- dijo Niall.

-¿Qué¿ Pero si Harry no padece de asma- dijo extrañada,

-Pues lo padece ahor ao eso es lo que vi, estaba ahogándose sin poder hablar en la habitación donde dormías tú.

-Pero estoy sola con los niños, no puedo dejarlos- dijo preocupada. Uyuyuy, que buen idea.

-No te preocupes, yo los cuido- me ofrecí sonriente. Ella negó con la cabeza.

-Vamos, por favor, Harry está en peligro- Niall la haló del brazo arrastras la subió al auto y se fue, yo sonreí victoriosa agitando mi mano. Entré; la casa tençia todo un aspecto acogedor y familiar, me daba asco. Atravecé unos pasillos con luz ténue.

-¿Quién eres?- escuché una niña tras de mí. Di un salto del susto y la miré. Una niña rubia, ojos verdes con visibles trastornos mentales.

-Hola. Vengo a cuidarte- me apoyé en mis rodillas para verla a los ojos- ¿Cómo te llamas?

-Lily- sonrió.

-Lily...¿Ya cenaste?- asintió-¿Quieres unas galetitas? Vamos di que sí, no les echaré mucho veneno- di una carcajada- ¿Dónde está tu retardadito hermano? No quiero entregar malas cuentas- dije sarcástica. Ella señaló hacia arriba de las escaleras- Voy ir a verlo. No te muevas de aquí- subí las escaleras y abrí la primera puerta, estaba vacía, igual que la segunda, peor la tercera había un niño...de unos cuatro años, dormido. Me acerqué a él, se miraba tan tierno, aún traía puestos los zapatos así que se los quité y lo arropé. Bajé de nuevo y Lily estaba sentada en las escaleras- Ven, producto de condón roto- la halé del brazo. Me senté en el sofá, ella se puso a jugar en el suelo con unos bloques de colores plásticos.

-Eres muy bonita.

-Y tú estás bien fea- reí- Es broma, pensé que serías más de lo que ya eres.

-Mami dice que nadie nos puede decir feos.

-Yo lo hice y no me pasó nada.

-¿Tú eres la niña mala que cuida mi tío Harry?- asentí.

-Que buena fama me da tu mamá- caminé hacia la cocina y abrí el refrigerador. Botarle toda la comida sería muy desalmado, así que tuve una idea mejor- ¿Dónde están tus medicinas?

-En el botiquín- señaló una caja en la pared.

-¿Ve a seguir jugando, quieres?- ella se fue. Saqué todas las medicinas y las recetas. Jeringas, jarabes, polvos y un aparato de tortura. Cambié de frascos todas las medicinas, y las mezclaba unas con otras- Pobre, Liz- cerré la puerta del botiquín. Me senté de nuevo en el sofá.

-¿Me cuentas un cuento?- se sentó a la par mía aquella niña- Aunque me das un poco de miedo- hizo un puchero.

-Y deberías tenerlo- la miré seria- Ven- di unas palmadas en mis piernas indicándole que se sentará en ellas. Me miró dudosa- Ven retardadita, no como niños- la halé del brazo. Ella se sentó.

-¿Por qué eres grosera?- me miró temerosa- Pero no eres muy mala.

-¿De qué hablas?

-Miré que arropaste a Dani....mi hermanito.

-Pues...-miré hacia las escaleras-...cuando lo ví me recordó a Edward.

-¿Quién es Edward?

-Mi hermano- suspiré.

Mala Jane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora