Capítulo 3

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Karda había recibido las coordenadas de la ubicación del Capitán junto con su mensaje. Se encontraba en la sección 23, una sección entera destinada netamente para almacenes y depósitos particulares, que no tenía mayor tránsito de personas usualmente. Un lugar muy extraño si se quería hacer algún tipo de transacción comercial, había pensado. Entre la espera y la preparación para la incursión armada a ese sector, Karda había logrado reunir a seis soldados de su tropa de asalto, dos hembras y cuatro machos. No eran muchos pero quizá si los suficientes como para rescatar al Capitán de ese embrollo.

No tuvo mayor tiempo para armar a todos ellos, puesto que dos de ellos, las dos hembras, habían llegado a último momento, aparte de que el resto de armaduras no estaban operativas. Karda y dos más iban totalmente vestidos con armaduras de batalla, que eran trajes especialmente diseñados para incrementar la velocidad y la fuerza de sus usuarios, así como para irradiar un escudo protector alrededor de su cuerpo. Aunque estos trajes le daban mayor poder de batalla también le restaban precisión a sus acciones. Karda prefería por eso tener a un grupo de combatientes ligeros alrededor suyo que armados tan solo de escudos de mano y armas disuasivas pudieran realizar acciones de contraataque e incursiones sorpresa al enemigo, pero este no era el caso. Con siete personas en combate lo mejor hubiera sido utilizar a los siete enfundados en armaduras de combate.

Su pequeño escuadrón se fue moviendo con rapidez a través de los pasillos que conducían del hangar al sector 23. A la cabeza iba uno de los soldados con armadura, llevaba consigo un rifle ligero de asalto, que era capaz de disparar rayos aturdidores en modo disuasivo como rayos ígneos, que eran mortales. Karda había ordenado que dejaran de lado sus poderosos rifles de combate Krupp, puesto que estaban diseñados solo para el combate contra fuerzas hostiles y no para acciones disuasorias dentro de una estación civil. Las dos hembras eran las únicas que llevaban consigo tan solo sus pequeños aturdidores de mano. Sin ni siquiera tener un escudo de plasma en mano.

Conforme se fueron acercando a la sección 23, la luz se fue tornando mortecina. Pronto se dieron cuenta que las luces de emergencia se encontraban prendidas aunque no había el sonido de ninguna alarma en el ambiente. Poco a poco, la pequeña tropa de Karda fue tomando conciencia de que había humo en los alrededores. El estallido de disparos de rifles de asalto, los puso en alerta máxima. La situación se ponía interesante, pensó Karda.

Karda no había podido comunicarse con el Capitán nuevamente. El rastreador de su posición simplemente había desaparecido. O el Capitán había sido derribado y su localizador destruido o simplemente se había desplegado un disrruptor de señales electromagnéticas. Si esto era así, alguien se estaba tomando muchas molestias en ese asunto. Eso no pintaba nada bien.

Su pequeña tropa fue desplegada de tal manera que los tres miembros del escuadrón enfundados en armaduras fueran por delante, Karda incluida, de tal manera que pudieran proteger al resto, quienes a su vez podrían desplegarse por los lados si enfrentaban algún tipo de oposición. A pesar de las precauciones, la entrada al sector no presentaba ninguna escena de batalla. Simplemente estaba desierta. Por lo que tuvieron que continuar con su búsqueda a través de los distintos pasadizos que conducían a los distintos almacenes. Como los había de distinto tamaño, el sector 23 era prácticamente una especie de laberinto trapezoidal.

Algunos pasadizos daban simplemente a pequeñas puertas de los almacenes más pequeños, otros en cambio daban a grandes salones donde se encontraban los más grandes. En uno de ellos encontraron evidencias de fuego cruzado entre dos fuerzas enfrentadas. Esto obligó a que Karda dividiera el grupo en dos. Ella iría con dos soldados, uno de ellos con una armadura de combate, mientras que el otro grupo estaría comandado por la sargento Ludipka, quien se llevaría consigo al soldado con la restante armadura. Ambos grupos mantendrían comunicación constante para reagruparse nuevamente ni bien tuvieran contacto con fuerzas hostiles o encontraran a su Capitán. Para ello, Karda contaba en las habilidades telépatas de Ludipka, quien era capaz de mantener contacto mental con cualquier persona dentro de un rango limitado, en vista de que los intercomunicadores parecían no funcionar dentro de ese sector.

Ni bien habían pasado algunos minutos de este despliegue, el infierno apareció ante sus ojos. Cinco sujetos le cerraron el paso y dispararon a boca de jarro contra su pequeño grupo de combate. Karda y su compañero lograron detener el ataque con sus respectivas armaduras de combate, protegiendo a su tercer compañero, que se encontraba prácticamente descubierto con tan solo su pequeño escudo de plasma. Karda avanzó con la rapidez extra que le otorgaba el traje y se situó en medio de los atacantes, quienes sorprendidos no atinaron a reaccionar a tiempo. De un golpe con la culata del rifle envió a uno de ellos al suelo, mientras que de una patada en el vientre dejaba fuera de combate a un segundo combatiente. Su compañero en traje de batalla se sumó a la refriega y con sendos disparos ígneos perforó los cuerpos de dos de sus rivales, que ahora yacían inertes en el suelo. El quinto logró huir en medio de la trifulca. Al parecer sus enemigos eran todos terranos o eso pensaba Karda cuando le llegó un mensaje mental de su sargento.

El otro grupo también había sido emboscado.  Habían perdido al soldado del traje de combate y a otro de los machos. Un grupo variopinto de atacantes los habían rodeado por distintos flancos, de tal manera que un par de wissanos pudieran acercarse y derribar en el acto a su única unidad de infantería pesada. Mientras esto pasaba, un krasz y dos terranos empezaron a lanzar bombardas de humo para confundir a los piratas, lo que permitió que fueran divididos y diezmados con rapidez. Su sargento había salvado el pellejo por poco, arrastrando consigo a su compañera y amante, quien estaba gravemente herida. Sus aturdidores de mano poco podían hacer contra rifles de asalto, que tenían mucho más alcance y potencia.

Karda disparó su propio aturdidor de mano contra los dos atacantes caídos para asegurarse que no volvieran a levantarse y ordenó a sus hombres que fueran a buscar a sus dos compañeras. Ella tendría que buscar al Capitán por su cuenta. O al menos tendría que intentarlo puesto que la situación se había tornado insostenible. Si no lograba tener noticias suyas pronto, la retirada quedaba como la única solución posible.

A trote lento fue siguiendo la ruta que le pareció más corta para el centro del sector, donde debía existir una especie de plazuela. Si el Capitán aún estaba con vida, ese sería el lugar ideal para efectuar una resistencia desesperada.

-Uptar, ¿me oyes?

Su trasmisor pareció recobrar de pronto sus funciones. Karda, no tenía muy en claro quien intentaba ponerse en contacto con ella.

-Afirmativo, identifíquese. – respondió cauta.

-Un gusto escucharte Karda. Pensé que ya no disfrutaría de tu sonrisa. –Le respondió una voz cada vez más conocida.

-Hijo de puta. Cómo has logrado desbloquear las comunicaciones, Quidich.

-Derribamos al tipo con el disrruptor, mi comandante.

-¿Derribamos? ¿Quién más está contigo?

-Ejem… he traído refuerzos –respondió Quidich con sorna. –Cambio y fuera, Karda, parece que tenemos visitas.  

Al parecer no todo estaba perdido. El viejo sapo de Quidich había aparecido de la nada y había traído refuerzos. Karda no dudaba en que esto podría poner en equilibrio la situación tan jodidamente difícil que ahora tenía entre manos, pero no le gustaban las sorpresas. Y las sorpresas de Quidich eran las peores.

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⏰ Son güncelleme: Aug 26, 2013 ⏰

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