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Mientras su padre le enseñaba a Dan como jugar damas chinas ella y su madre platicaban de la situación actual con pacientes de su consultorio. Su madre era psicóloga y aunque no hablaba de lo tratado con sus pacientes si le comunicaba a su hija lo bien que le iba. Su mirada a pesar de estar escuchando vagamente a su madre se centró en su bebé, su padre, Jay intentaba llamar la atención del pequeño, pero simplemente su hijo estaba concentrado en otra cosa. Los juegos del parque.

—Abuelo, quiero jugar otra cosa — le dijo con calma mientras le sostenía la mano — ¡¿Mami, puedo ir a jugar?!

—Si, pero mantente en mi campo de visión, mi corazón.

Vio al niño caminar hasta los juegos, allí dos niñas y un niño le llamaron, el acudió al llamado y inició el juego en el sube y baja. Ella lo miraba, luego lo hacía su madre, luego su padre. Prontamente el juego les aburrió, los cuatro se sentaron en la arena a hablar.

—Creo que ya encontró sus nuevos amigos — Jay, su padre, dijo con una sonrisa.

Ella continuó en la plática, ahora con su padre, quien se quejaba de que ya las personas no estaban visitando tanto su taller.

—La desgracia de unos es la suerte de otros, que se dañen los vehículos de todos, pero que vallan a mi taller— ella rió de las ocurrencias de su padre y su sonrisa se borro por completo al contemplar el semblante de su hijo, solo había visto esa cara una vez en su vida y esperaba que no fuera por la misma razón.

Se incorporó y sus padres también, no lloraba, pero esa mirada triste y atribulada estaba en su rostro, su labio estaba fruncido, estaba enojado. Llego a su lado y levantó la cabeza.

—¿Qué está mal?

—Mami... — no dijo nada más y ella sintió su voz temblando, su hijo no era sensible, a menos que se tratara de una cosa— ¿Dónde está papi?

Ella siempre había escuchado a algunas personas decir ¨ Olvide como espirar ¨ creía que era algo tonto, pero era la segunda vez que le pasaba y no era que se le olvidaba, era que perdía el ritmo de sus inhalaciones y exhalaciones y no sabía cómo seguirlas. Cerró sus ojos de golpe y los abrió rápidamente, para luego ver los ojos azules de su bebé cambiar a un azul muy intenso.

—¿Esto es lo que quieres? — su madre habló recio.

Ese ere el único problema entre su madre y ella, no quería decirle a Daniel de su hijo y ella quería que a pesar del tiempo se lo notificará.

—Madre...

—No me digas así, cliché, estamos en el siglo veintiuno, Pía, ¿No crees que es tiempo ya? Y no, no me callo, tu hijo tiene que saber que tiene un padre. ¿Como crees que se siente? No lo sabes porque nos tuviste a ambos, pero pone esa cara constantemente, no, no lo hace frente a ti, pero delante de nosotros si... — se alejó y la tomó del brazo, Jay tomó al niño y se lo llevó mientras le hablaba algo — te he hablado de los diferentes problemas que causa el crecimiento sin una figura paterna, si es cierto que hay muchos niños que crecen excelente sin un padre, pero por diversas circunstancias, desde que no son deseados por sus progenitores hasta los que han muerto, pero tú tienes a Daniel vivo y coleando, ¿que no lo quiera? Existe la posibilidad, pero no lo sabes, ni sabrás si no lo intentas... Dale la oportunidad de tener un padre, de que le conozca porque sin duda tiene uno. Odias la palabra y el concepto de esta, pero la vives. Cliché.

El trayecto de vuelta a su hogar fue el más corto que había hecho en toda su vida, había ido tan en vuelta en sus pensamiento que lo sintió cerca. Ver la cara de angustia y incertidumbre de su hijo no era algo con lo que podía lidiar, eso la desalmaba por completo, pero cuando pensaba en la posibilidad de arruinarle la vida a Daniel se retractaba.

Había pensado en tantos "clichés" para decirle, que se reía de ella misma. Se había imaginado tomando un vuelo, irrumpiendo en su oficina y gritándole algo como "Es tu hijo", al igual que muchas más, aunque también había imaginado encontrarlo en algún lugar y que él le hablara y reconociera al bebé y le preguntara la edad e hiciera cálculos y que se diera cuenta de que ese era su bebé. Pero de todos el cliché que más le hacía reír era el de Superman, ese de que Daniel estuviera en cama, muriendo y que ella diciéndole que tenía un hijo el resucitaría y aparecería en la casa por la ventana a ver a su pequeño que era una copia de el, con los poderes y su afición por la vida marina, calculador y todo.

¿Le arruinaría la vida yo haciéndole saber que tiene un hijo? Pero... ¿Y qué pasa con Danmark? El no tiene la culpa de nada, no puedo arruinarlo ocultándole quien en su padre y cohibiendo le de estar con el. Clichés y dilemas, dos cosas que detesto. No quiero un cliché en mi vida. No.

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Sally llegó bien temprano en la mañana, estaba emocionada porque el viernes era su exposición de arte en la galería más prestigiosa de la ciudad. Había trabajando mucho y merecía el éxito que le estaba llegando. No dejo un momento de hablar de su exhibición, estaba tan enfocada en sus cosas que no se había dado cuenta que Pía no dejaba de ver un punto fijo por momentos.

—Sally—dijo llamado su atención, sin si quiera mirarle.

—¿Me estás escuchando? —preguntó alterada.

—La verdad es que no, solo te oía, tengo algo que decirte, me está atormentando desde ayer — su amiga la miró un momento, como debatiéndose entre sí la escuchaba o tomada sus cosas y se iba.

—Dime. —Ayer... Fue la segunda vez que Dan me pregunto por su padre... — su amiga se llevó las manos a la boca y cerró los ojos lentamente, un sonido cansado salió de sus labios rojos y frunció la boca. Hizo un movimiento de manos para que continuara — Discutí con mama, él no me hablo hasta antes de dormirse y... Le pregunté porque su inquietud...

Cliché y puntoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora