Sentada en la cama. Revolviéndose entre los cojines, con uno de ellos entre los brazos, apoyado encima de sus piernas. Una lágrima caía de su ojo derecho, resbalaba por su piel corriendo el maquillaje. Con los ojos cerrados suavemente y mordiéndose los labios con los dientes, soñaba con que nada de aquello hubiera pasado. Rabia, dolor, tristeza. Nada en ese momento podía hacerle feliz. Ese momento en el que sabes que nunca más podrás abrazar a las personas que mas amas en todo el mundo, esas personas que nunca te han abandonado, las que siempre han estado ahí, las que todas las noches entraban en tu habitación y te daban un beso en la frente mientras acariciaban tu mejilla. Toda tu vida quedaba derrumbada completamente y caía encima de ti, dejándote completamente rota y derrotada por dentro.
Pero no se podía hacer nada para evitarlo, había pasado muy rápido, la única manera de afrontarlo era olvidarse de todo, pero ella no podía hacer eso, ni ella ni nadie, nadie puede olvidar a sus padres, las únicas personas que te conocen de verdad. Pero la vida para ti seguía, y había que continuar con la rutina, aun que faltara lo único que la hacía especial.
Después de no dormir nada quella noche, había instituto y por suerte o por desgracia era el día de recoger las notas, el día en el que cada persona escoge un papel que llevaba preparando desde hace tiempo. Podías llorar de emoción o de tristeza. Saltar feliz o golpear el suelo fuertemente con los pies de rabia. Pero lo peor era despedirte de tus amigos y saber que después del verano no volverás al mismo lugar con las mismas personas, a ese sitio donde habías pasado los mejores y peores momentos de tu vida, pero que al final todos esosmomentos han acabado siendo recuerdos. Y entonces piensas que lo has perdido todo, tienes que empezar de nuevo porque tu vida ha cambiado.
