1. Un nuevo comienzo

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El sonido del despertador se coló por mis oídos, aun con los ojos cerrados estire mi brazo buscando con mi mano aquel aparato, una vez encontrado aquello guardo silencio. Enterré mi rostro entre su cuello y la almohada oliendo su delicioso aroma, deje un beso en su hombro desnudó, quite la sabana de mi cuerpo para ponerme de pie e ir a darme una ducha.

Antes de salir de nuestra habitación contemplé su cuerpo, su espalda desnuda era lo que más sobresalía, su cabeza volteada a la derecha boca abajo, estiro su mano y palmeando la cama, un pequeño gruñido salió de lo profundo de su garganta, giro su rostro mientras abría sus ojos pesadamente.

—Buenos días —pronuncie con suavidad.

—Por favor vuelve a la cama —pidió haciendo un adorable puchero en sus labios.

—Iré a correr —se incorporó tapándose el cuerpo con la sabana.

—Por favor, Steve —quedo de rodillas frente a mí sobre el colchón.

—Sabes que me encantaría —hice una pausa— Lo siento mi amor.

—Bien —se rindió sin más—, pero el baño es mío —dicho esto, sujeto la sabana con fuerza para correr con dirección al baño.

—Señorita Beckinsale, usted todavía es muy lenta —la sujete por detrás susurrando en su oreja.

—Capitán Rogers —se giró para verme de frente—. ¿De verdad es tan ingenuo? —menciono ella con una pizca de desdén, levante la ceja derecha en busca de respuesta—. Si capitán, deje que me alcanzara, no sé, tal vez antes de irse... podemos jugar un rato —mencionó coqueta para así caer la sabana al piso, pude contemplar su hermoso cuerpo desnudo frente a mí—. Creo que si —ella me tomo de la nuca para fundirnos en un apasionado beso.

Ana se subió a mi cintura desnuda sujetándola yo por los muslos, di unos pasos hacia el frente en busca de la ducha, una vez que entramos a ella, como pude abrí la regadera comenzando el agua hacer su trabajo; empaparnos de pies a cabeza.

Yo seguía besando a mi chica y ella seguía aferrada a mí, bajo sus besos descendiendo a mi cuello y yo disfrutando de su exquisito tacto, recorrió desde mi cuello hasta mi ovulo de la oreja y regreso a mis labios, el agua caía sobre nuestro cuerpo y mojaba cada centímetro de nosotros, nuestros cabellos estaban empapados y de este escurría gotas de agua.

—El agua esta fría —dijo y se bajó de mí, se giró abriendo un poco la llave del agua caliente—. Steve tengo unas cosas que hacer hoy, pero ¿tendremos la cena, cierto?

—Dios la cena —mencioné un poco alarmado, ella me observo con ojos desilusionados.

—Lo olvidaste —su voz se apagó, así como el brillo de sus ojos.

—Claro que no lo hice —sonreí tomándola de nuevo entre mis brazos y la arrinconándola contra la pared—. Claro que cenaremos juntos —asegure con una sonrisa logrando que ella sonriera de oreja a oreja.

—Te odio —mi chica dejo un casto beso en mis labios para después hacer un puchero—. No lo vuelvas hacer.

—Te rompí el corazón

—Claro que lo hiciste tonto —golpeo con suavidad mi brazo izquierdo.

—Te amo —la bese y esta vez fui yo el que beso cada parte de su rostro, clavícula, cuello y otras partes, bajo sus manos por mi espalda y dio un pequeño golpe en una de mis nalgas, sonreímos entre el beso y la pegue más a la pared, su respiración se estaba agitando y pequeños jadeos salía de su garganta, estaba excitada y gracias a mí, me sentí orgulloso de ser yo por quien suspiraba.

—Dios mío, Steve —jadeo.

—¿Yo que? —mencione inocentemente.

—Me torturas —su respiración era cortada—. Steve —jadeaba mientras yo disfrutaba de esto.

Libre - Tercera temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora