1.-Redención

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Besa mi cuello y baja hasta mis pechos, donde se mete mis duros pezones a su boca y los chupa.

—Sabes a gloria, Elif.

Murmura Jerry. Enredo mis dedos en su corto cabello y tiro de él.

—¡Duele!

Se queja y sigue entretenido con mis pechos; gruño. Carajo con este tipo, quiero tirar de su cabello como a mi me gusta, pero no se deja el capullo.

—Hazlo de una vez -gruño y tomo su miembro.

Jerry me toma por las caderas y me embiste. Pero no es placentero, no como me gusta. Va demasiado lento, parece un puñetero caracol.

Frustrada e irritada por mi compañero de trabajo, decido fingir. El pobre cree que es bueno.

—Si...dios...

Lo escucho jadear y dobló los ojos. Resoplo y finjo gemir. Nunca, nunca vuelvo a tener un rollo con Jerry. No dura ni tres minutos cuando se viene y me mira con una sonrisa. Le sonrió de vuelta y me aparto de inmediato.

—¿Qué harás mañana?

Joder.

—Saldré con mi hermana -respondo y reprimo las ganas de rascar mi cabeza.

La verdad es que es mentira. Me la pasaré echada en el sofá comiendo helado junto a Pitufo Soñador. Osea, mi hermana.

Bajo mi falda, me abotono la camisa, el chaleco y me hago de nuevo el moño. Creo que estoy presentable. No le doy tiempo a Jerry de decir nada, porque salgo y me dirijo directamente de regreso a mi trabajo.

—¿Qué a pasado en el cuarto de mantenimiento? -cuchichea Rosie.

Miro a mi amiga y hago una mueca. Con eso he dicho todo. Tomo la bandeja llena de comida y salgo de la cocina.

La verdad es que no vuelvo a hacer nada con Jerry, creo que Samuel, el barman, coge mejor. Y eso que es gay y no hemos hecho nada.

Dejo la comida en las mesas sin mirar directamente a los ojos de las personas y regreso de nuevo a la cocina. Esa es la regla del restaurante, no mirar a los clientes de pacotilla a los ojos. A los estirados clientes no les gusta que los trabajadores los miren a los ojos. Llevo trabajando aquí más o menos dos años, apenas llegue de Londres busque trabajo y aquí estoy.

Erandi, mi hermana de 16 años, se a venido conmigo a pesar del parloteo de papá. Él no estaba muy de acuerdo en que la más pequeña de la familia se viniera a Chicago conmigo. Pero, vamos...no soy tan hermana mayor. La cuido más que a mí, pasé de ser la relajada de la familia a la carcelera de Erandi. A ella no le hace gracia que sea estricta con ella, pero no estamos en Hawai y ni en el barrio donde vivía en Londres. Chicago es Chicago y no es para andarse de rositas.

—¿Enserio Jerry no a sacado a la fiera Elif?

Niego y bufo.

—El tercer sexo peor de mi vida -gruño y Rosie ríe.

No me hace gracia recordar las otras veces. No fueron para nada placenteras y más mi primera vez, fue tan bruta que aún recuerdo el dolor. Maldito idiota estúpido...

—¿Tienes turno en el bar?

Miro a Rosie y asiento.

—Me quedaré con Stephen y Quentin.

Al escuchar el último veo como sus ojos se iluminan. Rosie lleva enamorada de él desde hace tiempo y la pobre hace de todo para que la mire, pero nada. El hombre parece que es gay.

—Creo que pasare a casa de mis padres -dice y corta una zanahoria.

—No te preocupes, pero te agradeceré si vas a casa y miras a Erandi -digo mirando la cocina y ella asiente.

Seduceme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora