Buena suerte junto a la banda [Parte II]

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Kennedy pensó por un momento que John era un canalla muy listo, pues estaba saliendo con tan bonita chica y no lo había comentado. Pero sus pensamientos fueron difuminados cuando oyó una melodiosa carcajada de John y se percató que su amiga lucía incómoda.

—¡Claro que no! —le acarició el cabello a Jenna en forma visiblemente amistosa—. Ella está aquí por Garrett.

Jenna se apenó y desvió la mirada, haciéndolo más creíble.

Garrett salió de la cocina y marcó la tecla roja para colgar, emitiendo un sonido. Se quedó quieto allí, bebiendo una botella de agua mineral, cuando sintió miradas sobre él. Miró en dirección al sofá y casi escupió el líquido en su boca.

Tragó bruscamente.

—¿Kennedy? ¿John? ¿Jenna, qué haces aquí? —al percatarse que sonó grosero, repuso—: Quiero decir... No es que esté mal, pero no te esperaba hasta dentro de dos horas.

—Lo sé, pero John dijo que no suponía problema —estaba comenzando a dudar.

—Me encontré a Jenna en el parque —argumentó John, viendo una protesta en los ojos de Garrett—, así que comí el helado que quería, le invité uno y aquí estamos.

Garrett suspiró.

Y con aquel suspiro, esperó que todos sus pesares se fueran. Regañar a John no servía de nada, era muy cabezota. Como él.   

—Bien, creo que podemos hacer algo juntos antes del ensayo.

John y Kennedy se miraron, y asintieron. Supieron que era hora de dejarlos a solas.    

—Sé un poco más amable —le aconsejó Kennedy en voz baja, pasando a un lado de él.

—Si sirve de algo, ella me rechazó el helado —dijo John también en voz baja, mientras le daba dos rápidas palmadas en el hombro y se iba.

Garrett frunció ligeramente el ceño. ¿Qué significaba aquello?

Cuando subían por la escalera, interceptaron a Jared para que subiera con ellos, pese a sus protestas sobre que estaba hambriento.

El lugar estuvo silencioso otra vez.

Garrett no comenzó la conversación como la última vez, pero se dedicó a observar disimuladamente como Jenna vestía. Traía zapatos verdes bajos —ella jamás había sido simpatizante de tacones—, un vestido blanco con estampado floral azul que rozaba sus rodillas y su cabello ligeramente desordenado, gracias a la intervención de John. Se veía tan atractiva, que casi quiso detenerla cuando comenzó hacerse una cola de cabello, pero eso lo delataría.

—Te cortaste el cabello —dijo Jenna, con naturalidad. Evidentemente era más un pensamiento en voz alta, que un comentario.

—Ah... —Garrett cubrió el frente de su cabeza por reflejo—. Sí, lo hice —dijo con voz de arrepentimiento.

—Deja eso —ya no había tiempo de arrepentirse cuando tomó la mano de Garrett, y la apartó de su frente—. No está tan mal.

—¿En serio? —preguntó con sincera impresión.

Después de los comentarios chistosos y las risas de sus compañeros de banda, Garrett se había abstenido a salir en público hasta nuevo aviso.

—Sí, lo prometo —respondió con voz solemne.

Hubo otro silencio, pero este no fue incomodo. Sus miradas hablaban más que las palabras, o los hechos. 

Afuera de la casa, se oyó un motor apagarse. Tim presionó el botón de la puerta del garaje y entró por ella cargando dos paquetes de cervezas de doce latas cada uno. Atrás, entró Pat con cuatro pesadas bolsas del supermercado. Al vivir bajo el techo de su hermano mayor, era casi imposible protestar por su abuso. Después de cerrar la puerta, entraron por la puerta conexa a la cocina y depositaron las cosas en la mesa.

Sparkling EyesWhere stories live. Discover now