Capítulo 2

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-¡Alohomora!-grité ya agotada, apuntando el pomo de la puerta con mi varita. Traté de abrir y nada, apoyé mi cabeza contra la puerta- Maldita seas Dobby, al menos pudiste haberme dejado algo de comer-me susurré para mí misma.

Mi cabello estaba alborotado del cansancio y de tanto intentar salir de la habitación. Me hubieran expulsado de Hogwarts por hacer magia en el mundo muggle, pero como no hay efecto, no hay carta.

El agua en botella que tenía por suerte en la mesita de noche, me habían dado ganas de ir al baño. Así que fui corriendo, abrí la tapa, me coloqué de espalda al inodoro, me bajé los jeans y la ropa interior, me senté y... ya saben lo demás. (La autora que narra como su protagonista va al baño jajajaja😂 ok me callo)

Mientras hacía pis, miré a través de la pequeña ventana que había en la bañera (y no, no soy tan tonta como para ir a una muerte segura). Ya era de noche y estaba muerta de hambre. Pobre Cleffary, debe estarse preguntando que le pasó a la ventana.

Y esos pensamientos (como siempre) fueron interrumpidos por un fuerte y seco sonido en mi habitación, sonó como si algo grande se hubiese roto. Rápidamente me limpié, tiré la cadena y estaba subiéndome todo mientras salía del baño corriendo.

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo. La pared en donde debería estar mi ventana, se derrumbó (suerte que no fue nada más). Se podía ver las casas, las estrellas y la luz de la luna a través de ahí, pero eso no era lo impresionante. Lo que había provocado el derrumbe era un viejo coche de color azul turquesa. ¿Pero cómo?, si mi habitación está en el segundo piso.

Quería saber quién era el conductor, pero justo antes que fuera a averiguarlo, el coche retrocedió y se acomodó para que este quedara de costado hacia mí. Me costó darme cuenta, que el auto no cayó, ¡sino que estaba en el aire, flotando!

-¿Pero qué...?-empecé a preguntarme, pero en ese momento
la ventanilla trasera del coche se bajó.

Me miraba desde allí una cara llena de pecas, el pelo cobrizo y la nariz larga. Nada más ni nada menos que Ronald Weasley.

-¡Ron! -exclamé, acercándome con cuidado al agujero que dejó el auto para poder hablar con él-. Ron, ¿cómo has logrado...?

Sonriéndome desde los asientos delanteros, estaban Fred y George, los hermanos gemelos de Ron, que eran mayores que él.

-¿Todo bien, Ala?

-¿Qué ha pasado? Te hemos enviado muchísimas cartas invitándote a nuestra casa.

-Se los cuento después-les prometí- ¿Qué hacen acá?

-¿Qué no es obvio? Hemos venido para llevarte a casa con nosotros. Pero antes iremos donde Harry, también nos necesita.

-¿Por qué? ¿Qué le ha pasado?-pregunté preocupada.

-Te lo contaremos en el auto si tú nos cuentas lo que te pasó-dijo Fred.

Lo miré con cara de:«¿En serio?»

-¿Qué va? Te lo contaremos de todas formas. Ahora, prepara tus cosas y vayamos a Surrey-dijo George haciendo un movimiento con su mano diciendo «súbete».

-Claro-subí los pulgares, estando de acuerdo, pero cuando di tres pasos hacia mi baúl, me devolví- Pero no tengo a Cleffary.

-¿Te refieres a ella?-preguntó Ron señalando una lechuza rojiza que salió del coche volando hacia mi brazo.

-¡Cleffary!-grité entusiasmada mientras le daba leves caricias en su cabeza.

-¡Ah y una cosa más!-añadió Fred, señalándome mis pantalones- Abróchate.

Alanna Diggory y el diario [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora