capitulo 3: me llamo Aria

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-m.. me llamo Aria

consigo decir

-gusto en conocerte Aria, tal vez te vea luego

y sin dejarme responder, me sonríe pícaramente y se va sin decir más. Yo siento que mi corazón se saldrá, literal de mi pecho, pero intento serenarme hasta que la chica detrás de mi me empuja para avanzar en la fila.

Al reencontrarme con Meredith y los demás, seguimos bailando las canciones del momento y disfrutando de la fiesta, pero por una razón u otra no podía sacarme de la mente su hermosa sonrisa. seguí bailando, hasta que cuando la música cambió a una más romantica y todos hicimos cara de asco y de irnos a sentar, sentí que unas manos me abrazaban rodeandome por la cintura, di media vuelta y para mi sorpresa (de nuevo) era Andrés.

-bailarías conmigo Aria

y yo como una tonta asentí lo mejor que pude, hablamos de mil cosas, y cada paso, cada movimiento y cada mirada eran perfectas, teniamos quince años, y nunca habia conocido a nadie como él, sí claro, el tiene tres años más que yo, pero por favor, es tan tierno que le perdonaría lo que sea. y así pasaron dos o tal ves tres canciones.

- que te parece si tomamos algo de aire, caminamos un rato, siento que me asfixio con tanta gente

- me agrada la idea, pero no puedo, los padres de Mer vendrán en una hora por nosotras y ella me llevará a casa

-no hay problema belleza, caminamos y hablamos y en una hora, estarás sana y salva en tu casa que dices?

-está bien

asintiendo, nos fuimos de la mano, avisándole antes a Mer que Andrés me llevaría a mi casa.

al salir de la fiesta y alejandonos de tanto ruido caminamos un poco y él me contaba de como es la preparatoria, de las fiestas y de cómo le hacía para ser uno de los mejores promedios de su generación. llegamos a un pasillo algo oscuro y noté como se acercaba cada vez más y más a mi

-¿me encanta tu mirada sabes? no puedo creer que acabe de conocerte y ya te quiera

y cayendo como una tonta, me dejé y lo dejé besarme, mientras lentamente su mano me acariciaba la espalda, subía y bajaba y no paraba de decirme cosas hermosas al oído, como <<te quiero, eres bella, eres la única>> ,y  yo le creí, cada una de sus palabras se las creí. En ese momento, se me olvidaron todas las cosas que mis padres me repetían siempre, simplemente era mi momento, por primera vez en mi vida me sentí especial, me sentí querida.

Andrés me contó acerca de su mayor pasión, la pintura, y me invitó a  conocer sus obras, que estaban en su casa, accedí por supuesto, ignorando a mi conciencia que me decía que no era lo correcto, que apenas lo conocía.

Durante el trayecto a su casa, ya nos habíamos dicho tantas cosas, como las cosas que nos gustan y lo que no nos gustan así que, desde luego, llegando a su casa no tardó en darme la bienvenida con un delicioso capuccino, que en ese momento fué el más delicioso que habia probado en mi vida, pero lo que no sabía es lo que me esperaba después de haberme bebido esa delicia.





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