Capítulo 26

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Andrew salió huyendo del baile, sin preocuparse en saber qué sucedió con Dominique. Se sintió sumamente abrumado. Rebeca, a pesar de todo lo pasado, fue tras él. Ambos decidieron ir al apartamento de Andrew.

— Ya no sé qué pensar —musitó él—. Ahora creo que esto jamás debió de pasar.

— Pero pasó. No puedes hacer nada para regresar el tiempo. Tienes que hallar una solución, y rápido —dijo Rebeca—. Y debe de ser algo que no perjudique a ninguno. Además, Dominique ya es mayor de edad y está apunto de graduarse.

Andrew se frotó las manos con angustia. Estaba de malas. Iba a responder, cuando un mensaje le llegó. Sintió un nudo en la garganta al ver que era un mensaje de voz de Dominique.

— ¿Qué sucede? —inquirió su amiga.

— No, nada, nada.

— ¿Seguro?

— Sí —respondió al apagar su iPhone y dejarlo sobre la mesa.

— Bien, como  te decía, debes buscar una solución.

— ¿Sabes? Ahora que lo pienso, quizá... Quizá nunca la he amado. Tal vez solo fue un estúpido impulso. La enorme atracción que sentía por ella. Nada más.

— Andrew, estás diciendo cosas que no tienen sentido alguno. La amas. Y ella a ti.

— No. Mira, no te niego que la quiero, y la quiero mucho, pero no, no es amor.

— Bueno, entonces si dices que no es amor, no lo es y punto. Pero, ¿qué harás?

Andrew no respondió de inmediato, pues era algo poco racional.

Dominique iba camino al aeropuerto. Su vuelo estaba por salir. Eran pasadas de las cuatro de la madrugada.
Seguía sin creer que su padre había muerto. 
Estaba sentada, con la cabeza agachada, y sus manos se encargaron de limpiar sus lágrimas. 

— Dom... —oyó tras ella.

— ¿Andrew? —susurró al levantar la cabeza.

Al ponerse de pie y girarse, frunció el ceño.

— Ian... ¿Qué haces aquí? —preguntó la joven.

— No puedes irte sola en ese estado... Te dije que te estaría para ti y lo haré —caminó hacia ella y la abrazó.

Dominique correspondió al abrazo. Las lágrimas no tardaron en humedecer una parte de la camisa de Ian.

— ¿Y tú tía?

— No te preocupes. Una prima llegó casi después de mí y cuando leí tu mensaje, le comenté lo que sucedió y me dijo que viniera contigo, que ella cuida de mi tía...

— Ok...

— Tú sigue sacando todo, Dom. No te quedes con nada.

— No quiero que mi madre me vea en este estado —dijo Dom—. No la quiero poner más mal.

— Pero tampoco puedes  quedarte con esa tristeza dentro. No es bueno.

— Ian, él era mi todo... Ya no pude verlo por última vez. No me lo perdonaré...

Ian inspiró hondo. La miró fijamente y besó su frente. Sintió que su corazón se rompió en pedazos al ver tan mal a Dom.

— ¿Y Andrew? —quiso saber él.

— No sé. Su teléfono está apagado. Debe haberse ido a otro lugar después del baile. Y como sea, no tengo cabeza para pensar en donde estará.

— Pero, debería estar aquí. Es cuando más lo necesitas.

Andrew, estaba frente al ventanal de su habitación, mirando fijamente el oscuro cielo. No dejaba de pensar en lo que Alice le había dicho. Tras suspirar, volvió a su cama y miró su iPhone.

— ¿Qué dirá el mensaje...?

No quiso quedarse con la duda, así que lo tomó y lo encendió. Se metió a los mensajes recibidos y comenzó a escuchar  el mensaje que Dom le mandó.

»Andrew... Estoy mal. Mi madre llamó... No sé cómo pasó. Mi papá acaba de morir. Debo ir a México. Por favor, si te es posible, te imploro que vengas...

Cerró los ojos y dejó caer el iPhone a la cama. Saber que Dominique estaba mal lo puso peor, pero no podía echar sus planes atrás. Volvió a tomar su iPhone y sin dudarlo, borró el mensaje.

Había pasado una semana del fallecimiento del padre de Dominique. Ella estaba camino a la universidad. La noche anterior, no logró dormir, ya que tener que viajar en avión la llenaba de ansiedad, no podía dejar de pensar en su madre.
Al llegar a la universidad, caminó con pesar hacia su primer clase de ese día.

— Domi, supimos lo que pasó... Lo sentimos mucho —dijo Susan, al verla entrar al salón—. De verdad, lamentamos lo de tu padre...

Algunos de sus compañeros la abrazaron. Dom se contuvo para no llorar.

— Gracias, chicos. A todos —Dom sonrió levemente.

Tomó su asiento y se quedó mirando a la nada. Entonces, no puedo evitar escuchar de lo que hablaban sus compañeras de atrás. Sintió su cuerpo inmovilizarse.

— Yo no tenía idea de que el profesor Collins y la profesora Smith fueran novios y estuvieran comprometidos —dijo una de ellas.

— Por favor, el profesor es muy reservado. Yo antes creía que era gay, pero ve, tantos años de relación y está próximo a casarse.

Dominique tomó sus cosas y se puso de pie. Mientras salía del salón, Alice la miró detenidamente, la cual tenía una sonrisa de burla, pues ella también se percató de la plática.

— ¿A qué demonios se referían esas dos? —susurró Dom.

Al dar la vuelta para el otro pasillo, Dominique quedó petrificada. Andrew tenía a Rebeca de la mano, mientras hablaban con el Director de la Universidad. Ninguno se había dado cuenta de su presencia, hasta que el director la vio.

— Señorita, Howard, que bueno que la vemos. Necesito hablar con usted —dijo su Director. Dominique lo miró, pero no se acercó.

— Dígame —dijo.

— Me enteré de lo de su padre. Quería darle mi más sentido pésame. Créame que su padre era de las personas más encantadoras que he conocido. Un grandioso ser humano.

— Ah, gracias —respondió sin ganas.

— Pero, por otro lado, hay asunto del que quiero, más bien, queremos hablar con usted.

Andrew evitó verla, mientras que Rebeca no le quitaba la mirada de encima.

— ¿Por qué debo hablar con ellos? —dijo Dom al señálarlos.

— Es un asunto muy delicado. Váyamos a mi oficina.

— Yo me retiro —avisó Rebeca—. Esta situación no necesita más personas. Un gusto director... Nos vemos luego, Andrew.

— Con cuidado —dijo Andrew antes de entrar a la oficina del director.

Estando el oficina del Director, éste miró con seriedad a Dom y a Andrew.

— Decidí primero hablarlo con ustedes, pues es un asunto muy delicado —comenzó a decir el Director —. No sé quién habrá hecho ese... Pues chisme, vaya.

— No entiendo nada... —soltó Dom.

— Fuera de la relación escolar, ¿has mantenido otro tipo de relación con el profesor Collins?

Dominique y Andrew se miraron, ella sintió un enorme coraje. Tuvo ganas de gritarle a Andrew sinfín de cosas.

— Señorita, Howard, responda. 

EL PROFESOR [EDITANDO]Where stories live. Discover now