y colores.

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Sabía su nombre. Creía haberlo oído por allí. Por razones de la vida, nadie le prestaba demasiada atención a ese joven de ojos tan llamativos y mirada encantadora. No sé si fue eso o el hecho de que nadie supiera demasiado de él, pero mi curiosidad jamás había estado tan interesada en un completo extraño.

Durante la clase una profesora se tomó la agradable molestia de reclamarle a gritos que no estaba prestando atención a sus aburridas explicaciones. "¿Y luego qué harás cuando te toque rendir un examen? ¿Copiarte de alguien?" . Obviamente, la mujer se estaba riendo de su situación. Lo vio dibujando y pensó que no la estaba escuchando. "Buscar a alguien que sí sepa enseñar" atajó él sin ningún tipo de problema.

Lo expulsaron por pasarse de gracioso. Ante esto, la clase estalló en risas.

No entendía del todo qué era lo que parecía tan divertido de verlo tratar con esa desagradable actitud a una persona que solo hacía su trabajo, pero tampoco me vi capaz de quitar mis ojos de él. Iba y venía entre la idea de si lo detestaba o, por el contrario, empezaba a admirarle, o si me convenía primero tenerle miedo. Y espero que no me malentiendas, no tenía esa pinta de chico malo y grosero, sino todo lo contrario. Habría jurado que era pacifista antes de verle abrir la boca.

Cabello repleto de rulos, rubio, ojos ávidos, serios, dueños de cierto aire despectivo y juzgador; acompañaban un cuerpo encorbado y delgado, vestido con esas camisetas a cuadros, pantalones de cargo holgados y esos aires de «a mí nada me importa una mierda, soy un alma libre».

Fue en un determinado momento en el que de repente el tiempo parece avanzar con lentitud, cuando yo aproveché para girarme hacia él. Contra todo posible pronóstico calculado por mi inexperiencia, sus ojos se desplazaron hasta mí y algo pareció desconectarse. No recuerdo con exactitud qué hice cuando ocurrió porque al instante me sentí extraña, como si volase sobre las nubes. Una vez noté qué comenzaba a hacer el idiota, reaccioné. Estaba riendo en mi nerviosismo y él ya había dejado de mirarme.

De una forma u otra, algo dentro de mí deseó que ese instante durara para siempre.

Desde donde nacen las estrellas y los coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora