-¿pero... como?- dijo Evan.

Solté un grito ahogado al ver como una cruz se desgarraba en mi abdomen. Para luego caer inconsciente.

NARRA LEAH

Cerré los ojos con fuerza cuando sentí una filosa cuchilla pasando por mi abdomen. Todavía seguía como loba, por lo que el dolor era menos, bueno, un poco menos, pero igual de doloroso.

-se que eres un humano...- dijo el científico que hace rato me viene diciendo que soy una mujer lobo. Si supiera...

Gruñi mostrando mis dientes en el momento de otra cortada.

-doctor, si sigue así, puede que en unos días ya muera. Y no queremos eso. - Llego un joven con una bata. El doctor asintió y se marcho dándome una fugaz mirada para luego cerrar de un portazo.

Suspire con pesadez debido a la perdida de sangre que estoy teniendo. En otra ocasión no me importaría demasiado, ya que me curo mas fácil, pero como tengo heridas múltiples, hay que preocuparse.

Mire al joven que me miraba atentamente, por lo que decidí aguantar la mirada duramente. Segundos después la desvío.

-Se que tipo de lobo eres. - por dentro me sorprendió, pero seguí sería .-y por tus ojos, sensibles pero duros, puedo suponer que eres una loba. Aparte que el doctor ya me informo que eres.

¿A qué quiere llegar con todo esto?

-Por eso te dejare libre. -lo mire sorprendida. -pero para eso, tienes que salir como humana. -

Lo mire entrecerrando los ojos.

-Puedes confiar en mi. Yo conozco a alguien como tu. - Acaricio mi cabeza a lo que yo gruñí. Ni que fuera un mascota. - te dejare ropa que creo que te sirva, por lo grande que eres, supongo que eres algo... rellenita. Sin ofender. - observe como se ponía nervioso.

Quise reír interiormente, pero no es la situación ni el momento.

-soltare las amarras, ¿De acuerdo?- me quede mirando lo fijamente mientras el tragaba duramente. -tomare eso como si.

Se acerco y saco las vendas, para luego sacar unas ropas de un estante.

-Tienes que apurarte, el doctor no tardará en llegar.

Y se fue cerrando con pestillo la puerta.

¿Debería confiar en el?, es decir, es la única forma de salir, y en caso de fallarme, volveré aquí. De todas formas.

Lentamente me convertí en humana, para luego pararme mientras cojeaba y me puse la ropa, que me quedaba demasiado grande. Era una camisa de chico gris y un buzo color negro algo grande pero cómodo. Tome unos calcetines que encontré al lado de un pollerón canguro gris. Me los puse rápidamente y con esfuerzo, toque con mis nudillos levemente la puerta.

Esta se abrió revelando al joven que anteriormente me dio la ropa, algo sorprendido.

-¿Que?- dije en un susurro mientras sujetaba mi codo, dolía como los mil demonios.

-n-nada... v-ven siguem-me- comenzó a tartamudear. Rodé los ojos y lo seguí mientras miraba el suelo. -p-ponte la capucha. - me susurro.

Hice caso y corrí mi cabello a un lado para luego ponerme la capucha.

Pasamos unos cuantos pasillos hasta salir del lugar, y sentí como el aire regresaba a mi. Una pequeña sonrisa curvo mi rostro y di una pequeña vuelta de felicidad, hasta que tope con el joven que me miraba con una pequeña sonrisa.

-eres realmente hermosa... - susurro.

Actué como si no lo hubiera escuchado y seguí caminando dirección al bosque, seguida de el.

-hey, ¿a donde vas?- el me sostuvo del brazo, a lo que lo solté de un golpe. - lo siento, pero estamos muy lejos de la ciudad.

Mire el cielo y ya estaba atardeciendo, y luego mire el bosque.

- No importa. Gracias y adiós. -me di la vuelta cuando me volvió a detener. - ¿QUE?- Dije harta.

-por lo menos dime tu nombre y yo te diré el mío.

Lo mire unos segundos y luego solté un suspiro.

-Leah, y no me interesa saber el tuyo. Gracias.

-Me llamo Park...- dijo en el momento en que una alarma sonó en todo el edificio. Abrí los ojos de tope y me encontré con la mirada de Park, ambos alarmados. -¡Corre!

Y sin pensarlo mas, salí corriendo como pude esquivando ramas y arboles que se ponían en mi camino. Salte un pequeño arroyo en el momento en que una rama chocaba con mi rostro. Maldije por lo bajo siguiendo de largo.

Después de unos minutos, nose como, pero llegue al lago, agotada. Me tire en la verdad yerba dando fuertes suspiros. Hasta que escuche unas ramas romperse.

Alarmada me puse de pie y mire a todas partes, hasta que vi al lobo negro entre unos arboles. Me inspecciono con la mirada, para luego irse. Suspire desilusionada y me senté nuevamente, hasta que un chico llego.

Traía el cabello negro y unos ojos igual de negro. Era todo un adonis, hay que admitir. Trague saliva al verlo acercarse a mi, y sin permiso, me tomo por las piernas y por la espalda, estilo de novia.

-¿Que haces?- dije algo alarmada.

-Llevarte a casa. - su voz era ronca y sensual. Dios, vaya hombre que tengo en frente. Trague duro y asentí.

Pasamos unos segundos en silencio hasta que me aclare la garganta.

-por que vienes al lago... - susurré mientras miraba mis piernas.

Estaba notablemente mas delgada.

-¿acaso no puedo?- dijo duramente mientras seguía viendo al frente sin despegar la vista.

-bueno... no pero... - vi su mirada indiferente. -olvídalo.

Suspire y seguí en silencio el resto del camino. Cuando estábamos cerca de la casa de los chicos, especialmente de Edik, la puerta se abrió de golpe, saliendo una chica con los ojos llorosos y un bolso en la mano.

¿Que mierda?

Segundos después salió Evan caminando tranquilamente hasta su coche, con su rostro decaído, hasta que me vio.

-¿Leah...?- se acerco de a poco, por lo que el lobo se detuvo y se dio la vuelta a su paso. -¡Leah!- corrió hacia mi hasta que vio quien me cargaba. - ¿Ian?- dijo el mas confundido.

¿Se conocen?

-La encontré en un lago de por aquí. - Me bajo lentamente hasta que toque el suelo.

-gracias. - dijo Evan mientras me abrazaba.

Al principio me sorprendió, pero de igual formas, lo abrace débilmente, soltando un leve quejido. -Lo siento.

Asentí levemente mientras dirigí mi vista hasta el tal Ian, quien solo me vio para luego darse vuelta y marchándose, mientras se perdía en la oscuridad.


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