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Mi primer día en preparatoria, y el bachillerato en Chicago había sido mi opción, mi madre decidió inscribirme en la preparatoria Curie, debido a mi gran insistencia.
Recuerdo muy bien ese día, ya que fue uno de los más impactantes de toda mi corta vida.
Es jueves.
Jueves 19, y para mi gusto llueve.
Mi madre no para de gritar que llegaré tarde una vez más.
-No es mi primer día de escuela-comento sarcástica, no es mi intención ofenderla pero que pesada.
-No, no lo es, pero como tu primer día llegarás tarde-dijo mi madre furiosa.
Baje las escaleras y el olor de mi desayuno favorito inundaba la habitación.
Pancakes con tocino.
Al menos mi madre se había tomado la molestia esta vez.
Termine mi desayuno.
Nos dirigíamos ya a mi nueva vida.
Como todos la primera vez, estoy nerviosa, siempre he tenido esa inseguridad de no causar una buena impresión.
De ser rechazada? Indudablemente no me importaba.
Pero las primeras impresiones siempre cuentan. 
Al llegar me di cuenta de lo enorme que era y la gran cantidad de ventanas que poseía.
Dentro me esperaba una amable secretaria.
-¡Muy buenos días! Bienvenida a la preparatoria Curie señorita..
-Evans. Leight Evans.
Su amabilidad me sabia un tanto a hipocresía.
-Disculpe a mi hija, ella no suele llegar tarde-dijo mi madre con el tono más patético que podía tener.
-No se preocupe, además ella es nueva-dijo con amabilidad o hipocresía.
-Me gustaría ofrecerte un recorrido por las instalaciones antes de que inicies tu jornada.
¿Te parece bien, Evans? ¿O prefieres Leight?.
No me había equivocado y definitivamente era una hipócrita.
-Me gustaría ver qué tan bueno es este lugar-dije sonriendo.
Mi madre se despidió de mí con un fuerte abrazo, y por supuesto un beso en la frente.

Memorias CortasWhere stories live. Discover now