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Rojo Rubí

"Lárgate de mi club," oyó gruñir al hombre delante de él. Sus labios rozando contra la copa deslizando el jugo de fruta en su garganta. Puso la copa lejos, con una mancha tenue de su lápiz de labios impreso en ella, justo cuando el hombre de ojos verdes frunció el ceño haciendo que el tembloroso hombre huya de la escena, desapareciendo entre la multitud de cuerpos danzantes.

Sus ojos oscuros mirarón hasta el alto techo por encima de ella por un momento, dando un elogio en silencio a quien le ha otorgado esta oportunidad perfecta. Este hombre, más bestia que hombre, no parecía como algún otro que ella haya atrapado en sus redes, era un total desafío. Pero con cada desafío llega una recompensa, y esta recompensa, posiblemente, podría ser lo que su corazón se había establecido al momento que decidió poner el par de sus Louis Vuitton en The Wild Things.

Su conocimiento de este club se limitaba a la charlas que flotaban por las calles de Londres. Era bien sabido que los ocupantes de The Wild Things era uno de dos personas- los que eran ricos y los que deseaban riqueza.

Con un último sorbo de su copa, la fijó en el mostrador al lado de ella, y su cuerpo de pronto se unió a los otros. Sentía los ojos en ella, múltiples pares de hecho, en el balanceo de sus caderas anchas, en el rebote suave de sus rizos, y en el escote de su vestido.
Había una seducción exagerada a su paso, pero con una clase de atractivo en él. Ella no era una puta de calle, alardeando de si misma para que le coloquen bajo los tirantes de su sujetador notas arrugadas. Las perlas envueltas alrededor de su cuello, una rica fragancia Chanel pegada a su piel suave, un par de miles de libras en el talón, lo que alude a una imagen que pertenecía en el grupo de los ricos. Pero ella no, ella no pertenecía a ninguna parte.

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El ùltimo concho de su vino corría por su garganta, su yugular se movió mientras tragaba. Crook estaba en la barra, probablemente ya en su tercer vaso de whisky, y parecía que nadie estaba listo para otro juego. Alcanzó el lazo negro de seda alrededor de su cuello aflojandolo, Styles sacó su teléfono fuera del bolsillo de sus pantalones, y envío un mensaje a John para que venga por él. Su mente se estaba adormeciendo sólo apenas por los pocos vasos de Pinot Noir-que había consumido durante toda la noche, pero más que nada, se sentía aburrido y cansado, la emoción de su noche terminó justo en el momento en el que Keller había huido. Sin póquer, ninguna mujer, ya no quedaba nada que él pudiera hacer aquí.

Estoy allí en 15.

Syles, frunció el ceño mientras leía el mensaje de John. ¿Quince minutos? Apreto sus dientes, y una vena se marco en su cuello por la falta de inpuntualidad de su conductor de limusina. Dejando escapar un profundo suspiro de sus labios rosa, él le respondió.

La próxima vez espero que vengas a recogerme cuando te lo ordene.

Con el ceño fruncido, le envió el mensaje, pasándose una mano por el pelo, que probablemente fuera una melena desordenada ya que el gel se había disipado hace unas horas. Cualquier otra persona que hubiera estado la situacion no esperaría menos de John, por esto era solo su segunda semana en el trabajo.
El anterior conductor de Styles había sido despedido por fumar un paquete entero de Marlboro en la limusina mientras lo esperaba en el estacionamiento del club.
Si había una cosa Styles odiaba más que llegar tarde, eran los cigarrillos. El hedor hace que sus fosas nasales y puños se aprieten. Se dice que nuestra memoria es más activa por nuestro sentido del olfato, y su reacción al humo flotando sólo demuestra eso. Innecesaríamente diciendo, uno podría imaginar la extremidad de la situación; el conductor fue despedido en cuestión de segundos, se solicitó una nueva limusina, y esa noche Styles había dado vueltas en su sueño con el terrible olor que aún permanecía en el eje de su nariz, sus ojos esmeraldas no fueron capaces de cerrarse ni una sola vez.

"Pareces un poco disgustado para alguien que acaba de ganar un juego de póquer"

Escuchó una suave voz, mezclada con burla, atras de su oreja mientras miraba con rabia en el dispositivo en sus manos.
La voz provenía detras de él, giro su cabeza lentamente a la belleza que, desconocida para él, lo había estado observando en el bar toda la noche.
Styles mantuvo una máscara de tranquilidad, mirando a la chica delante de él con malicia.

Se acomodo a su altura, en toda su majestuosa gloria, contemplando a la pequeña mujer con una mirada amenazante. De repente sus sentidos olieron una aterciopelada fragancia, probablemente de su perfume, y se encontro a el mismo inalando su esencia.

Ella alzó la vista hacia él, imperturbable por su altura o expresión dura. De hecho, no se vio afectada. Los labios de rubí se formaron en una sonrisa, trayendo una mano a su cadera como soporte. Como era de esperar, sus ojos verdes siguieron la curva de su cadera, sin vergüenza, incluso, antes de regresar lentamente a la cara sardónica.

"Estoy seguro de que tu tambien estarías disgustada si tu chofer de limusina no pueda hacer su trabajo usando una pobre excusa," escupió humilde. Sus ojos parpedearon hacia ella, sus características solo se endurecieron más mientras la observó rodar los ojos al cielo, como si él fuera una especie de broma.

"Bueno, yo estaria satisfecha de tener un chofer de limusina en lo absoluto, y mucho más acabando de ganar miles de libras. Sé agradecido, ¿quieres?," su sonrisa se ensancho altiva, mostrando sus blancos dientes, las tenues luces del club reflejando su blancura natural. Ella fijó su mirada al suelo debajo de ella, donde habia una copa de vino rota que estaba en todo su lamemtable esplendor, el vidrio rodeado por el pequeño charco de líquido que contenía. Dejo que sus tacones negros se movieran un poco presionando en uno de los fragmentos rompiendolo en microscópicas piezas.

"Todo un lío aquí, ¿no te parece?" Dijo ella, mirando de vuelta a la bestia de hombre delante de ella. Su mirada estaba inmóvil, pegada a ella como si fuera su presa. Sin embargo, para ella, era al revés. "Tal vez deberíamos llamar a el propietario para limpiar esto"

Su garganta se volvió notablemente más seca mientras observaba el músculo liso escapar de sus labios rosa, lamiendoselos antes de hablar. Si ella no tenía malos pensamientos acerca de él ya, desde luego lo hizo ahora.

Styles dio un pequeño paso, pero firme hacia la mujer que tenía delante. Con su perfume nublando su mente, y el conjunto negro de ojos que parecían estar desafiando todos sus movimientos, comenzó a preguntarse cómo no la había visto antes. Sin duda, si la hubiera visto, le hubiera lanzándo observaciones engreidas con una sonrisa diabólica, fácilmente desvaneciendola en su cama por la noche. Por primera vez pensó, si estaba siendo abordado. ¿Ella tenía idea de quién era él? Tal vez su altivez desapareciera si ella fuera conciente del título que viene junto con el hombre.

Sus cuerpos estaban distanciados por pulgadas el uno del otro. La intensidad entre sus miradas, esas dos miradas persistentes, era tan gruesa que podía olerse. A partir de este cierre, en lugar de mantener distancias como en el bar, ahora ella podía ver cada detalle de él. Su traje era sedoso y suave, sin ninguna sola arruga en la tela negra. El lazo alrededor de su cuello, negro, tenía un pequeño grabado de oro a través del nudo. Recordó el mismo grabado en su última conquista, una pequeña sonrisa fantasma salió de sus labios por el recuerdo. Entonces, ella se dió cuenta de la tinta negra de su claviculas que sobresalían de su traje,
un remolino oscuro que no podía ver con totalidad. Tatuajes, tarareó para sí misma. Esto debe ser interesante.

Una gran mano se extiendió hacia su cara, arrastrándose lentamente hacia la suave carne. Sus ojos curiosos festejaron por la vista de un reloj de oro con pequeños diamantes incrustados. Estuvo a punto arrancarse el vestido ante la idea de lo mucho que debe haber costado. Su mirada dejó el reloj y volvió a las orbes esmeralda frente a ella cuando los dedos ásperos rozaron la piel sobre su sien. Sintió un calor recorrerla, pero tan rápido como vino, se fue, cuando él dejó caer su mano lentamente.

Él sonrió.

"Me temo que soy el propietario, amor."