VI

71 18 13
                                    

Hemos decidido quedarnos juntos en el taller. Pasaremos la noche allí. Lo que sea que pase esperemos que suceda mientras estemos juntos. Incluso nos ponemos a trabajar para entretenernos e intentar calmar los nervios.

Dirla nos contó que presenció cómo un ente invisible asesinaba salvajemente a su hermana, que es con quien vive y cuida de ella. Palideció toda la noche al lado del cuerpo sin poder salir de su casa mientras las risas se burlaban de su pena. Maldita risa, nunca más podré escuchar a alguien reír, o siquiera hacerlo yo mismo. El caso es que se durmió, y al despertar su hermana estaba perfectamente.

Mientras que Jaf afirma que pasó toda la noche fuera, que despertó a la intemperie y las casas estaban solas y oscuras, alguien lo perseguía constantemente, hasta que perdió la fuerza y se desmayó, despertando luego en su cama.

•••

La maqueta muestra absolutamente todas las viviendas que existen en la ciudad, es majestuosa y muy detallada, puedo ver mi casa que no será de más de ocho centímetros, la estudio con mis ojos, algo en ella me hipnotiza. Me atrae y me acerco demasiado.

—Chicos, vengan a ver esto —Dirla y Jaf se deshacen de sus gafas protectoras y se acercan—. Observen la ventana de la que debería ser mi habitación.

—¿Qué coño...? —farfulla Jaf.

—No me lo creo —añade Dirla.

—Soy yo, dentro de la casa, ¿cierto? —puntualizo rogando por una respuesta afirmativa, y saber que no sólo yo puedo verlo.

—Sí —responden ambos al unísono.

—Es una versión de ti viva, en miniatura —dice Dirla—. ¡Oye! mira te mueves, ¡no! Ya no te veo.

—Chicos, ¿qué está pasando? Y no puedo decir que estoy confundido, no tengo ninguna teoría para esto.

—Yo ni sé por dónde empezar para buscar una... ni sé lo que buscamos —dice Jaf.

—Oigan, chicos ¡cállense! Miren eso.

Mi yo en miniatura es visible desde la ventana de la cocina, parece que estoy mirando hacia afuera y de pronto me giro y me agacho...

—Oh, por Dios, eso... es increíble —digo impresionado.

—¿Qué? ¿Qué es? —pregunta Dirla aterrorizada.

—Eso fue la primera vez que escuché la risa. Recuerdo que bajé a la cocina para verificar que no hubiera nadie y la cubertería cayó al piso.

—Esto es escalofriante.

—Estoy de acuerdo contigo, Dirla.

La tensión subió por este nuevo hecho. Y aún más al escuchar la risa que tanto nos ha quitado el sueño y los sentidos. Todos vemos el techo, allí se sintió la espeluznante risa.

—Es hora chicos, debemos enfrentar lo que sea que pueda ser —les digo animándolos.

La risa resuena en todas las direcciones. Nos hace girar sobre nuestros pies constantemente en busca de la fuente del sonido.

Dirla se paraliza, lo notamos al percatarla inmóvil.

—Dirla, ¿qué tienes? —pregunto preocupado.

El color de sus ojos desaparece, solo se le ve lo blanco de ellos, dan la impresión de ser muy grandes, su piel de durazno se quiebra y se hincha como si le inyectaran aire. La abrazo fuertemente y le hablo:

»Dirla, no te dejes manipular, algo está queriendo entrar dentro de ti, por favor, no lo permitas, nosotros estamos aquí contigo. No dejes que el miedo te venza.

Las palabras no sirven de nada. Su cuerpo se sigue inflando hasta que mis pequeños brazos ya no pueden rodearla y explota, justo ahí, frente a mí, lo que queda de ella se escurre entre mis brazos, no ha quedado nada de ella más que pequeños trozos.

—¡¿Por qué hacen esto?! —grito desesperado—. ¡Ya basta! ¿Qué quieren?

—Va-mos a mo-rir —tartamudea Jaf viendo lo que quedó de Dirla—. No pu-e-do res-pi...

—Amigo, no me dejes. Toma aire, mueve las hojas de tu tallo ¡Vamos! Salgamos de aquí.

Lo ayudo a caminar, y para hacer peor la pesadilla viviente percibo que las puertas están selladas, adheridas entre sí. Justo como lo que experimenté en mi casa...

»Oh, no. Estamos dentro.

¿Quién es la fruta podrida?حيث تعيش القصص. اكتشف الآن