4 - La Traición

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—No creas que vamos a dejar que tú y esos dementes sigan aprovechándose de la gente —amenaza Hadi.

—Ya te lo dije, nunca has estado en mi situación —atajo con gusto.

Pero la verdad es que tienen razón, si Efrén y Hadi nunca hubieran llegado, Ben Across nunca habría decidido alistar todo y salir de aquí picando hacia la Nación Escarlata. Incluso es muy probable que hubiera esperado a que los zombies nos atacaran, él habría huido solo con dos o tres de sus secuaces más fieles y los demás habríamos servido de carnada. Útiles e inútiles.

—Por dios, Hadi, ya deja a Kal en paz, se nota que ha pasado por mucho —intenta Efrén.

Yo solo veo a otro lado y busco los ojos verdes de Lisa Amber con los que ya me he encontrado días atrás. Ella siempre me está mirando a pesar de que va acompañada de su Garrapata Barbuda, que es como llamo a su novio. Pero es extraño, no la veo por ninguna parte.

De pronto, se oye un tumulto en el pasillo, pasos apresurados y pesados acompañados de llanto y sollozos de distintas voces. La dirección es inequívoca, los ruidos provienen del cuarto de los innecesarios. Antes de poder reaccionar de forma alguna, veo cómo Efrén y Hadi se ponen de pie y corren al pasillo a encarar a Ben Across, quien lidera la procesión y les da indicaciones a sus camaradas para que alisten a las carnadas.

Voy tras ellos y los veo: bajando las escaleras de caracol, todos los que han estado a mi lado en el cuarto de los inútiles tienen las manos amarradas en la espalda y explosivos pegados a sus cuerpos con cinta adhesiva. Los hombres lanzan maldiciones, las mujeres sollozan afligidas. Entre ellos hay gente con enfermedades terminales, adolescentes sin profesión, predicadores de religión, entre otros.

—¿Qué se supone que está haciendo? —Hadi enfrenta a Ben Across. Qué valiente... o qué tonta.

—Los zombies se acercan —responde el traficante con sequedad y tranquilidad a pesar de la gravedad de la noticia. Se dirige al Gordo—. Gordo, avisa a los demás que se preparen, recuerda lo que les dije en la reunión.

El susodicho asiente y sube las gradas hacia el salón comedor.

—No puede hacerles esto, también son personas, no puede clasificarlos entre útiles e inútiles —insiste Hadi, pero quienes empujan a las carnadas ni siquiera se inmutan y continúan conduciéndoles hacia el hall de entrada.

—Es cierto, ¡libérelos ahora! —apoya su hermano Efrén.

Ben Across resopla, pero no les indica a sus secuaces que se detengan, sino más bien sube las gradas a paso lento y encara a los dos hermanos. Les mira con esos penetrantes ojos oscuros que brillan de forma amenazante.

—Déjenme aclararlo —dice en voz baja, me causa escalofríos—. Ustedes no son bienvenidos aquí —toma aire—. Si no les he quitado su mapa y los he puesto con ellos...

Señala a las carnadas.

—Es porque me avisaron sobre la Nación Escarlata y porque creo que aun podrían ser de utilidad...

—Usted —Efrén frunce el ceño y le mira con odio—. No se atreva a...

—¿Creen que no sé que no tenían provisiones y por eso vinieron aquí? —Muestra su sonrisa viperina, los hermanos tienen expresiones tensas y aprietan los puños con fuerza—. Me deben dos... ¿no creen? —Se dirige a mí—. Oh, Kal, estaba comenzando a tenerte confianza, pero veo que te llevas bien con ellos.

—No, eso no es... —intento.

—Tranquilo, yo cumplo con mi palabra —toma aire y deja el tono amenazante, comienza a bajar las gradas—. Por cierto, aun no me has dicho a quién quieres inmunizar...

CarnadaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz