CAPITULO 1º:

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Camila estaba acostada pero no dormía, esperó a oír la puerta. Cuando la oyó echó las sábanas hacia atrás. Su marido por fin se había marchado a trabajar.

Se sentó en su taburete delante del tocador, encendió las luces del espejo y mientras se miraba pensaba:

"¿Qué estoy haciendo con mi vida?"

Mientras ese pensamiento se reproducía en su cabeza una y otra vez peinaba su larga melena negra, maquillaba sus ojos intentando tapar el desgaste de la vida y la rutina. Intentó que el labial rojo tapara su falta de besos.

Con un suspiró fue al armario y se vistió con su vestido rojo de polipiel, corto, por encima de las rodillas. Sus botas negras de tacón de aguja y una chaqueta de cuero negra para tapar el frío de la noche.

En el salón cogió su bolso, las llaves de su coche y su teléfono móvil. Ahí iba una noche más para espantar sus malos sueños, alejar la rutina de un matrimonio que la asfixiaba.

Llegó al club y saludó a sus compañeras, todas con una historia y un drama a sus espaldas. Aguantó estoicamente los piropos de su jefe, ese hombre que le ponía la carne de gallina. Pero no quería serle infiel a su marido aunque su cuerpo lo pedía a gritos.

Se preparó para salir al escenario, ese escenario que la llamaba, que hacía que se entregara en cada nota de música a un baile loco y desenfrenado.

La alborada rozaba en el cielo cuando llegaba a casa, ese día se le había hecho demasiado tarde. Lucas estaría al volver.

Aparcó y subió corriendo, no le daba tiempo a ducharse, se desnudó escondiendo su ropa de trabajo y para tapar su desnudez se puso una bata de seda.

Justo cuando ponía la cafetera al fuego y el pan en la tostadora la puerta de la calle se abría. Su marido entró con paso cansado al apartamento.

-¿Te has dormido? Normalmente a esta hora me tienes el desayuno.- Protestó él, solo quería comer, una ducha caliente y dormir.

-Ya voy Lucas, ya voy.- Contestó ella hastiada.

De mala gana le sirvió el desayuno como él esperaba, como siempre ni un beso. Ni las gracias, ni fijarse en su cuerpo.

Reprimiendo un bostezo fue al cuarto de baño para darse una ducha corta, unos minutos después Lucas entró en el baño. No le dedicó ni una sola mirada al cuerpo de su mujer.

-¡Joder! ¡Y ahora me quitas la ducha!- Volvió a quejarse él.

-Ya voy a salir Lucas, ¿por un día podrás dejar de protestar? Podrías meterte en la ducha conmigo y hacerme el amor salvajemente. ¿Cuánto hace que no me tocas Lucas?- Preguntó ella con amargura.

-Estoy cansado Camila te prometo que en nuestras vacaciones será todo fantástico.- Contestó él deseando irse a dormir.

-Si como el año pasado que las anulaste.- Ahora le llegó el turno a Camila de quejarse.

Salió de la ducha envuelta en una toalla y salió del baño rozándose con el cuerpo de su marido con la intención de provocar una reacción en él.

Como siempre nada pasó y ella se sintió hastiada y dolida. Cuando llegó a la habitación se sentó en la cama y pensó:

"¿Por qué no quiere tocarme? Lleva un año sin acercarse a mí. Cada vez me es más difícil resistirme a Marc. Necesito un hombre."

A Lucas le molestaba cuando su mujer se ponía minifaldas o escotes, no le gustaba que nadie la mirara. Por eso Luisa había decidido empezar a molestarle. Se vestiría como ella realmente quería hacerlo.

AlboradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora