La voz que cambió mi vida(parte1)

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Antes de nacer yo. Siglos antes, mi familia mató a la bruja del pueblo acusando a su hija de amar a uno de los nobles de la corte real. Ella antes de ser quemada maldijo a la familia real Duraldo con el maleficio de que la primera hija en nacer tendría partes de lobo, es decir, orejas y una cola y que en la ceremonia de los dieciséis años de la princesa se convertiría en un lobo. Sólo con el acto de amor de alguien que la amase tal y como era ella, se podría romper el hechizo.Esas fueron sus últimas palabras antes de ser ahogada en fuego y cenizas. Pasaron los años y la maldición se convirtió en leyenda, ya que nadie había tenido la mala suerte de nacer un lobo.

Pasaron los siglos hasta la actualidad. Un día de Agosto, los reyes de Efibia, que así se llamaba el país, darán a luz a una hija y, como la profecía dijo, nací con orejas de lobo. Mis padres buscaron médicos por todos los confines del mundo, pero nadie sabía cómo quitar esa enfermedad.

Yo empecé a acostumbrarme. Iba al colegio Con un gorro de lana en el que se notaban un poco las orejas pero yo ponía la escusa de que eran parte del gorro. Todo hija bien hasta que ocurrió la segunda parte de mi hechizo. Me salió una cola de lobo y eso ya no se podía esconder. Mi madre decidió que tomaría clases particulares en casa y que mi padre seria el que me enseñaría. Así pasaba yo cada mañana escuchando cinco horas a mi padre mientras los demás niños corrían con sus amigos hasta la escuela. Yo solo podía verlos desde la ventana de mi habitación y cada vez que los observaba, se me llenaban los ojos de lágrimas y se me rompía el corazón.

Ya tengo quince años y mañana es mi fiesta de los dieciséis estoy deseando que llegue, pero también quiero que pase. Estaba asustada por lo que iba a pasar. Mi madre no dejaba de repetirme que esta no era yo en verdad y que la verdadera yo dormía en algún lugar de mi esperando a despertar.

Al fin llegó la mañana en la que cumplía dieciséis y mi corazón no dejaba de latir. Sentía alegría y miedo a la vez. Ese día estuve corriendo de un lado a otro sin cesar. Mi madre invitó a todo el pueblo a mi fiesta y todos fueron con gusto. Ya que nadie sabía lo de.mi maldición, me puse ese gorro que tanto amaba y que siempre me había ayudado. Llegó la noche y todos los invitados estaban en el gran salón junto con mis padres. Bajé los escalones cómo una loca, pues tenia el presentimiento de que todo hiba a salir bien. No miré donde pisaba y pisé mi vestido. Me encontraba en el aire con el corazón sin dejar de latir.

Acto seguido un joven apareció de la nada y me sujetó de la cintura.

-¿Te hiciste daño?
Me preguntó con una voz fina y dulce como ka de un pájaro al trinar.

-No, sólo estoy un poco sorprendida.

Los invitados se tranquilizaro al ver que estaba a salvo. Miré si mi gorro se había caído y me sentí aliviada al saber que aún lo tenia en la cabeza.

-Me llamo Dario y soy príncipe del Reino del oeste. ¿Y vos?¿quién sois?

-Soy Adalia princesa de Efibia.
Me salió una voz fina como si hubiese comido algo dulce.
Hablamos unas horas y paseamos por el jardín. Por primera vez me encontraba a gusto a su lado y ya no tenía miedo. Pensé en enseñarle las orejas y la cola, pero no sabía si se lo tomaría bien o no.
Llegó la hora de los fuegos artificiales que se tiraban al cielo estrellado antes de que el reloj diera las doce. No podía tranquilizarme. Todas.aquellas personas verían como me transformaba antes del último segundo de las campanadas. El reloj comenzó la cuenta atrás y todos los de la corte empezaron a contar:

-10,9,8,7,6...5......4....3........2.....

El suspense invadía mi cuerpo y las manos no me dejaban de temblar.

-¡¡¡¡1!!!!!!

Antes de pronunciar ese último número a mi alrededor empezó a brillar una luz cegadora cómo la del Sol y mi cuerpo empezó a tomar aspecto de lobo. Me transformé en un lobo de pies a cabeza. Dario me miró unos segundos y empezó a correr hacia la salida junto con los demás invitados presos del pánico.

No podía creer lo que veían mis ojos. Todo el mundo aterrado salia del salón sin mirar hacia atrás. Mis padres fueron los únicos que se quedaron y tampoco pudieron hacerme mucha compañía. Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se rompió en millones de pedazos.

-Había aullentado a todo el mundo con mi presencia como animal.

Mis patas empezaron a moverse hacia la salida y mi corazón no dejaba de decirme que me fuera. Seguí hacia delante atravesando las puertas de palacio y sin mirar a donde iba seguí a donde mi corazón me decía...

La Voz Que Cambió Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora