Capítulo 1

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    Estaba tremendamente aburrida, al parecer las horas complotaban para pasar más lentas. Mi madre guardaba cuidadosamente las compras que había hecho, me parecía tortuosa la manera en la que leía las etiquetas de los envases, como si recién se enterara que era lo que había comprado. Pero así era ella, se tomaba todo el tiempo del mundo. Mientras, mi hermano clickeaba y tecleaba estrepitosamente en la computadora en un intento apasionado de ganar un juego de seres monstruosos y fieros. Miré mi celular, todavía no había ninguna notificación. Maldije en voz baja recostándome sobre la mesa, suspirando resignada.

    «Maldición Máximo. Apúrate de una vez.»

    Continuaba mirando a la nada misma cuando la voz de mi madre, aún sosteniendo un frasco, llamó mi atención.

—Hoy me encontré con Agnes y Nikolai de camino al súper. Salían a pasear al parque como siempre —mamá sonreía afectuosamente—. Realmente admiro la energía de esos viejos.

    Agnes y Nikolai eran un matrimonio de ancianos rusos que vivían, incluso aún hoy en día, en el departamento contiguo al nuestro. Cuando recién nos habíamos mudado al edificio, ellos se encargaron de cuidarnos a mi hermano y a mí mientras mamá trabajaba. Nos recibían con té de miel acompañado con un delicioso Ptichie Moloko elaborado por Agnes, también conocido como Leche de Pájaro. Un nombre gracioso para un postre ruso. Pero eso no importaba, lo amaba igual.

    Sin quererlo, recordar mi niñez al lado de los Yorovsky me trajo una nostalgia abrazadora y cálida.

—Estaban muy contentos, al parecer su nieta va a venir a quedarse con ellos —mi madre siguió diciendo.

— ¿Rebecca volverá?

    Rebecca, su nieta mayor, se había trasladado con su familia a otra provincia, por lo que no era habitual verla, incluso creo que pasaron años desde la última vez. Ahora que lo pensaba, los Yorovsky estaban prácticamente solos aunque en la compañía del otro, irónicamente.

—No, su otra nieta.

    Mi celular vibró y rápidamente leí el mensaje sin prestarle atención a mamá. Era Máximo.

    Estoy abajo.

    Sonreí y tomé mis cosas.

—Saldré con Máximo, mamá —me acerqué a besarle la mejilla mientras me miraba sorprendida.

— ¿Vas a salir ahora, Olivia? Pensé que cenaríamos todos juntos.

    Me miré en el espejo cerca de la puerta, tratando de acomodar mi ropa y mi pelo que habían sucumbido al aburrimiento.

—Lo siento por arruinar tu cena familiar, pero tengo un lindo chico esperando por mí —le sonreí.

— ¿Por qué no lo invitas a cenar con nosotros? Hace mucho que no lo veo por aquí.

    Observé a mi hermano que ni siquiera se inmutaba con lo que decíamos. Los auriculares lo absorbían a ese juego que tanto lo enviciaba.

—Tal vez otro día lo haga —tomé una chaqueta y abrí la puerta, guiñándole un ojo.

—Ten cuidado Olivia y vuelve temprano —escuché su advertencia y cerré la puerta tras de mí, yendo hacia el ascensor.

    Apoyado en la pared de ladrillo del edificio, encontré a Máximo mirando su celular. Me eché a correr y agarré su brazo libre arrastrándolo, casi haciendo que tropezara.

— ¡Liv, casi me matas del susto!

    Evité su reprimenda convertida en broma y continuamos caminando por la vereda.

— ¡Y yo muero de hambre! —me reí—. Así que deja de quejarte y vamos a comer algo.

    Me mostró su sonrisa, se soltó de mi agarre y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos. Sentí su calidez y me aferré más a él.

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*viejos: en esta oración en particular, me refiero a ellos con cariño. En Argentina se suele llamar a alguien que se quiere, como a padres o personas mayores, "viejo" o "viejos". Obviamente sin intensiones de ofender a esa persona.

Se que ha sido corto y ni siquiera ha aparecido "la rusita" xD pero mañana mismo habrá otra actualización. Saluditos!

Editado

Mía solo Mía (girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora