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París, 12 de mayo, 1956.

Objetivo: Enviado argelino a la Conferencia de Paz.

TODOS LOS OBJETIVOS ELIMINADOS

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Madripur, 1 de enero, 1957; 20.30 pm.

Cuanto más observaba el decorado de la sala, más le agradaba el lugar; cortinas colgando de curtidos muros rústicos, que intentaban disimular pequeñas grietas ya que la tela demarcaba aterciopelados colores añiles de atractivos pliegues que le otorgaban un hermoso detalle fino al lugar; cada mantel cubriendo las numerosas mesas combinaban a la perfección con ellas; hermosos candelabros de velas fabricados con latón* macizo, de detalles afables, meticulosos, que parecían hechos a mano datando una época victoriana* o georgiana* con tres ramificaciones, otros con dos e incluso con uno que adornaban cada una de dichas mesas, al igual que cada cubierto de plata, los cuales se encontraban a cada costado de las blanquecinas vajillas de porcelana importadas desde Francia, junto a tres copas finas con cristales de diferentes grosores y tamaños; paños limpios acompañando cada porcelana y cubierto.

Se podía notar a kilómetros que aquella era una fiesta de beneficencia, solamente para gente de alta sociedad.

Ella era pequeña a comparación de ese vasto grupo de personas. Caminaba cautelosamente estrechando con fuerza la mano de su madre, de quien podía aspirar el agradable y dulzón hedor a jazmines que prolongaba distinguible su colonia francesa. Observaba, de cuando en cuando, las prominentes uñas de sus delicadas y cuidadas manos, bañadas en un escarlata oscuro, las cuales a veces se hundían en el dorso de su mano. La mujer solía apretar el agarre cuando la multitud se estrechaba (técnica que utilizaba para evitar que la pequeña se extraviara). Los labios carnosos de la fémina contorneaban la sensualidad de su brillo, combinado con su vestido bordo dejando como muestra de primera sección un escote prominente, una cintura entallada y detalles plateados en mangas y finales de pliegues.

Su padre, por otra parte, era un hombre distinguido entre el gentío. Un científico de imperiosa maestría, calibre de primera mano y porte firme. Tenía una elegante mirada mordaz, grisácea, un pequeño y fino bigote que ladeaba los costados de su boca, un peinado con exceso de gel y un balanceo esplendoroso. A cada paso el hedor a Chanel nº6 se desprendía de sus poros, haciendo que cada quien en el lugar se volteara a mirarlo. Llamaba más la atención de mujerzuelas casadas, que de coroneles y capitanes interesados en su trabajo.

Quién sabe cuántos marinos, soldados y gente importante de alta alcurnia habían saludado a sus progenitores, mientras se abrían paso entre el tumulto de personas que asistían a la fiesta para darle la bienvenida al nuevo año.

Las grandes paredes del extenso salón se encontraban recién pigmentadas. Aún emanaban un hedor un tanto desagradable el cual no era tan difícil de identificar, ni siquiera para la pequeña Sophie de ocho años de edad, quien no podía evitar apretar su pequeña nariz respingada cuando se acercaba a los recovecos de la instancia guiada por sus padres.

Ma ¡quiero ir al sanitario! rogó la pequeña jalando la mano de su madre, estremecida.

¡Ya, Sophie! En unos momentos iremos contestó, por tercera vez, la mujer en un tono notablemente cansado ante tener que lidiar con el chillido de la niña.

El ocaso de una víctima - ||Winter Soldier|| - ||One-Shot|| ©Where stories live. Discover now