Si algún día yo llegara a ser madre quisiera, por lo menos, llegarle a los talones a mi mamá.
Ella es la única persona que está dispuesta a sufrir por mi hermana y por mí, la única que aguantaría dormir en el piso con tal de darnos un biberón con leche o de seguir trabajando para comprar un departamento que nos lo heredará. Es la única persona con la que puedo desatar toda mi rabia y seguirá a mi lado escuchando cada una de las tonterías que tengo para decir.
Es la que se desvela conmigo hasta que termine las tareas, la que me ayuda con todos los trabajos artísticos porque soy un verdadero asco. Es la que me inició en la lectura leyéndome el libro de los Rugrats hasta 3 veces por noche.
Es la única que se preocupa por recoger los trozos que las malas experiencias van destrozando en mí. Recoge mis trozos sin siquiera preocuparse por lo destrozada que está ella.
Mi mamá es la que está sentaba en la tribuna en cada uno de mis combates de Jiu Jitsu, es la que se preocupa de llevarme agua, de darme ánimos cuando perdí un combate y de sentir todos los golpes que me dan como si se los hubieran dado a ella.
Si hoy soy lo que soy es gracias a ella, a sus desvelos, a sus sacrificios, a sus detalles, a su trabajo.
Mis razones para amarla superan el número de estrellas que hay en la galaxia.
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