Capítulo 36.

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-¿Quieres que te lleve a casa o al hospital?- pregunta Dante con un semblante preocupado.

Beatriz siente su corazón palpitar con fuerza ante la preocupación de Dante para después toser gravemente y, nada más hacerlo, los dos se preocupan.

-Beatriz, vamos al hospital.

Niega con la cabeza la de los ojos verdes.

-No, tranquilo, cariño. Acompáñame a casa y ahí me tomo un paracetamol o algo para que me baje la fiebre.

El rubio la mira preocupado.

-¿Segura?

Beatriz conecta sus ojos verdes con los de él y fuerza una sonrisa mientras asiente y nota su fiebre subir algo más.

Los dos se incorporan de la cama y empiezan a vestirse mientras se miran de reojo y ambos se sonrojan. La tos de Beatriz vuelve a hacerse más presente de nuevo y más grave que antes, causando una irritación en la garganta de ella.




-Mándame un mensaje esta noche, ¿vale?

Beatriz rodea el cuello del rubio y asiente para besar su mejilla.

-No te preocupes. Estoy bien.

Dante sonríe preocupado y besa castamente los labios de ella.

-Por cierto, acuérdate de tomarte una pastilla para la fiebre.

La pelinegra pone sus ojos verdes en blanco.

-Que sí. Adiós, cariño - se despide adentrándose a la entrada de su edificio.

-Adiós, nena.

La de los ojos verdes observa a Dante alejarse mientras su corazón palpita con rapidez y sus ojos empiezan a doler. Al intentar desviar la mirada hacia otro lado siente un gran dolor en ellos y posa su mano en la frente.

-Joder, estoy ardiendo...- murmura.

Entra en el portal de su casa y saluda a sus padres con una sonrisa para después toser más grave mientras se tapa la boca con su mano.

-No me gusta esa tos, Beatriz. ¿Estás bien? - le pregunta su padre mientras se acerca hacia ella.

La de los ojos verdes asiente rápidamente mientras su dolor de cabeza incrementa.

-¿Tienes fiebre, verdad? - pregunta su madre mientras posa su mano en la frente de ella.- Beatriz, estás ardiendo. Venga, vamos al médico.


***

Salen de la consulta del médico y Beatriz vuelve a toser gravemente mientras sus padres la observan preocupados.

-Necesito parar ya. Me duele todo.

Su padre la toma de la mano mirándola con preocupación.

-Nena, tienes laringitis vírica. A partir de hoy tendrás que tomarte pastillas y estar en la cama, ¿acaso no has escuchado al médico?

Beatriz intenta mirar a su padre, pero sus ojos duelen tanto que no puede sostenerle la mirada y acaba cerrándolos.

-Pero si no sabía ni que tengo... Ha dicho eso por decirlo, papá.

-Bueno, Beatriz, ahora a reposar y tomar pastillas, ¿vale?

La pelinegra posa su mirada en su madre y asiente mientras la tos se vuelve a hacer presente. Sus padres, preocupados, observan a la chica de ojos verdes y se miran entre ellos.




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