Capítulo 6

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Nota: es hora de sacar la caja de pañuelos 

30 de Septiembre

Querido Diario:

¡Caramba que he tenido suerte! Mamá y papá estaban tan emocionados por mi dedicación al servicio comunitario, que se deshicieron en atenciones para que yo no saliera esa noche. Sin embargo, fue una situación bastante complicada. Me refiero a que yo no quería que Junhoe pasara a buscarme por casa por temor a que se enterara que de que me habían arrestado.

Entonces, apelé a mi ingenio y, aunque tenga que caminar un poco, le pedí que me fuera a buscar a la biblioteca ¡Qué tanto! De todas maneras, tengo que ir para devolver algunos libros. Si hago un balance, la semana fue bastante buena. Papá no hizo más comentarios respecto de sacarme de Lavender House, e incluso conseguí que él y mamá aceptaran ir a la exhibición del catorce.

Jungkook sigue siendo un guarango total. No deja de molestarme, pero yo ya he llegado a un punto en el cual nada me importa. Ayer me llevó a la rastra al jardín para que lo ayudara a dar de comer a los pájaros.

El bolígrafo de April se detuvo. Una sonrisa perezosa se dibujó en sus labios al recordar la tarde del día anterior. Había llegado a Lavender House hecha un manojo de nervios. La jaqueca no la dejaba en paz. En Santa Ana, un viento seco y caliente que penetra hasta los huesos, soplaba sin piedad desde el desierto. Jungkook, que llevaba un estéreo portátil en una mano y una bolsa con migas de pan en la otra, se encontró con ella al pie de las escaleras, le ordenó que lo siguiera y la llevó afuera.

― ¿Qué pasa? ― preguntó April cuando salieron al patio.

― Vamos a dar de comer a los pájaros ― respondió él. Colocó un casete en el estéreo y le arrojó la bolsa con migas de pan. ― Te encantará, Princesa. Es una de las delicias de la vida.

April le contestó con una mueca y él rió. La música de Mozart comenzó a flotar en el ambiente. Las hojas que el viento arrastraba creaban una danza peculiar, dibujando intrincados círculos en el jardín. Ella pensó que Jungkook había enloquecido. Sin embargo, accedió a todos sus pedidos.

Durante media hora escucharon música clásica y arrojaron migas de pan para los pájaros. El viento no dejó de azotarlos en ningún momento. Las ramas del árbol y las hojas de la palmera parecían seguir el compás que marcaba el estéreo de Kookie.

Fue maravilloso, mágico. El mal humor y la jaqueca de April desaparecieron. No pudo determinar por qué había gozado tanto con aquella experiencia. Quizás fue porque era la primera vez que se tomaba el tiempo para contemplar a los pájaros o, quizás, porque el entusiasmo que Jungkook mostraba ante las cosas más simples de la vida parecía muy intenso. No lo sabía, pero tampoco le importaba. Lo único que sabía era que nunca volvería a sentir el caluroso Santa Ana contra su piel sin pensar en lo bueno que era estar viva.

Miró el reloj. Hora de irse. Guardó el diario en el cajón de su mesa de noche. Se miró por última vez en el espejo y decidió que los pantalones verde oliva, de corte tan sentador, que había elegido y combinado con una blusa color marfil formaban un atuendo ideal. Esos tonos la favorecían y destacaban a la perfección su contorneada figura. Espera impresionar a Junhoe.

Una vez en la biblioteca, dejó los libros que debía devolver en el casillero correspondiente y luego extrajo de su bolso un cepillo para el pelo, para retocarse el peinado. No bien lo devolvió a su sitio, vio que Junhoe venía subiendo las escalinatas. Le sonrió con admiración al verla.

― Parece que te tomas los estudios muy en serio ― comenzó April al ver la carpeta que llevaba bajo el brazo.

― Solo quiero sacármelos de encima ― respondió ―. Odio tener cosas inconclusas dando vueltas a mí alrededor.

No me olvides ~(adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora