Capítulo uno.

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Samuel entró con paso firme al colegio.

Que sus padres le hubieran obligado practicamente a asistir a este colegio de niños pijos no le gustaba nada, pero la idea de no tener más dinero tampoco.

Miró a su al rededor.

Todos traían un maldito uniforme.

¿Tendría él que usar ese uniforme? Oh, no, claro que no.

Dio marcha atrás y salió nuevamente, había llegado más temprano de lo usual por el simple hecho de que debían darle su horario y uniforme.

Seguía pensando en lo feo que eran, mientras prendía un cigarrillo.

Dio una calada y se sintió más aliviado, desde que su madre había decidido dejar ella de fumar no le dejaba disfrutar si cigarrillo matutino.

Esa mujer era molesta, pero era su madre y la quería.

Al terminar de pensar en eso, una preciosa rubia paso por su lado, Samuel la examinó de arriba a abajo.

Buenas tetas, buen trasero, no era para nada fea.

Sonrió al ver a su posible nueva conquista, pero rápidamente un chico apareció detrás de ella abrazandola.

Samuel sonrió aún más.

El chico era incluso más sexy que aquella rubia.

Le dio otra calada a su cigarillo mientras los observaba.

Samuel no era gay, tampoco hetero, y él no se definia en si bisexual, simplemente...

Vale, él le entraba a todo.

Dio una ultima calada a su cigarrillo y expulsó el aire, entró nuevamente al colegio y esta vez de dirigió directo a la oficina del director.

—Muy buenas, Samuel —Habló el señor de unos posibles cuarenta años—.

—¿Qué tal? —Samuel no se estaba esforzando en lo absoluto, eso se notaba—.

El director rió levemente, ¿aquel chico como había terminado entrando en un colegio como ese?

—Bueno, un gusto conocerte —Continuó siendo amable—.

Samuel solo produció un ruido de afirmación y asintió.

El hombre suspiró, tomó una hoja y una pequeña bolsa del cajón de su escritorio y se lo entregó, mientras se sentaba en la silla de su escritorio.

—Aquí esta tu horario y tu uniforme, posiblemente en el transcurso del día te asigne a alguien para que recorras el colegio —Asignó— Si quieres hoy no uses el uniforme, pero mañ...

—Genial, viejo —Le interrumpió—.

El hombre casi cae de la silla al escuchar eso, ¿acababa de llamarle "viejo"?

—Joven, no sea insolente, por favor se lo pido.

Samuel rió e hizo una seña de disculpa, se dirigió a la puerta de salida y empezó a caminar hacia su salón.

Tenía matemática, ¿materia más complicada que esa? Casi imposible, él preferia no tentar a la suerte de cualquier forma.

Caminó buscando su salón, mientras observaba a la gente. Todos le miraban al pasar, Samuel amaba eso, ¿a quien no le gustaría ser el centro de atención?

En si, no tenía idea de por que le miraban. Tal vez por su vestimenta diferente a la de ellos, o el olor a cigarrillo que desprendía.

Pudo ver unas risitas y unas sonrisas de parte de unas chicas hacía él.

Tal vez también porque era guapo.

Samuel sonrió sintiendose poderoso y siguió caminando, hasta que tropezo con alguien.

Los libros de aquel chico quedaron esparcidos por todos lados.

—¡Mierda!

Samuel intentó no reirse. El chaval era guapo, así que tal vez merecía un poco de ayuda.

Enseguida al bajar, sus miradas se encontraron. El chico, cuales libros seguían tirados por el suelo, se quedó asombrado por la belleza del chico frente a él.

—Hola, me llamo Frank —Habló, mientras Samuel le extendia un libro—.

De repente, un chico apareció.

—Hey, Frank, ¿qué pasó?

Samuel ni siquiera levantó la vista, solo siguió ayudando al chico, tal vez podría ganar algo por eso.

—N-No, Guille, yo solo estaba despistado y choque con este chico nuevo, por cierto, disculpa.

Samuel rió y le miró.

—No pasa nada, yo... —Se detuvó al subir su mirada a aquel chico que había llegado—.

Ese chico era precioso, parecía un angel caido del cielo, Samuel se quedó embobado viendole hasta que reaccionó. Le sonrió coquetamente y se levantó del suelo, tirando todos los libros que tenía en la mano de vuelta al suelo.

—Hola, me llamo Samuel De Luque —Estiró la mano para presentarse a aquel chico tan hermoso que tenía frente a él—.

Frank miraba la escena irritado, este chico tiraba todos sus malditos libros al suelo, luego le echaba miradas coquetas y, solo con aparecer su mejor amigo, se levantaba del piso dejandole de lado.

Samuel sin prestar atención seguía viendole, realmente estaba sorprendido por su belleza, jamás había visto algo tan precioso.

—Encantado, Guillermo Díaz.

Samuel mordió su labio descaradamente, a lo que Guillermo solo pudo atinar a sonrojarse.

Frank se levantó del suelo, ya con todos sus libros, y miró a su mejor amigo.

—Vamos, recuerda que tenemos que llegar temprano para ayudar a la señorita Clark.

Guillermo asintió y miró a Samuel, explicandole.

—¡Es la profesor de fisica!

Samuel se extrañó aún más.

—¿Ayudan a los profesores?

Guillermo sonrió, orgulloso de sus actos bondadosos. Siempre le gustaba ayudar, hasta en su casa, no entendía como alguien podría estar todo el día tirado en su cama, a él le gustaba moverse y hacer cosas por el mundo y por la gente.

—¡Claro que si!

Samuel no sabía si reirse o asustarse, ¿este chico hablaba en serio o solo estaba bromeando?

—¿Tienen que subir alguna nota o...? —Intentó buscar una razón—.

Frank y Guillermo negaron al mismo tiempo.

—Es solo por el bien de hacer algo, ¿sabes? Ayudar siempre es bueno, por eso mamá y papá hacen una fiesta en casa todos los domingos, para recaudar fondos para los necesitados.

Samuel lo entendió, se había topado con el niño mimado del instituto. De todos los parguelitas que se podía haber topado, se encontró con el rey.

Samuel rió, dispuesto a mandarle a tomar por culo por niño santo y pátetico pero al verle no pudo.

Este chico era precioso, no podía perder la oportunidad de follarselo por el simple hecho de que era el rey de los niños pijos.

Aunque, si lo pensaba bien, siendo así seguramente pensaría cosas como que el sexo tiene que ser con alguien especial, en la noche de tu aniversario número setenta y siete rodeado de velas y música romantico.

Samuel sentía que vomitaría en cualquier momento.

Aunque, el reto de ver si podía lograrlo le resultaba exitante, así que se lo propuso a si mismo y aceptó.

—¡Genial! ¡Pasenla bien! —Mencionó Samuel animado—.

Siguió su camino y sonrió.

Ese chico iba a ser suyo.

♢♢♢

Corromperte |Fanfic Wigetta|.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora