Cap. 2

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Cerca de las dos del mediodía, mi abuela y yo preparabamos algo para comer, decidimos hacer una lasaña que a mi hermano y a mi nos volvia locos. Según mi abuela, algún día a mi me saldria igual de buena que a ella, pero yo siempre se lo niego, es imposible.
Me dispuse a poner la mesa. Le pregunte a María, mi abuela, que cuantos platos debía poner, esperando que la respuesta fuera cuatro, ya que solo nos encontrabamos mis abuelos, mi hermano y yo, pero no fue así.
-Pon cinco platos llanos, querida.
-¿Cinco? ¿Quién más va a robarme mi preciada lasaña? Digo.. ¿quien más come con nosotros? -sonrio sarcásticamente-.
-Uno de los que nos ayudan en los establos desde hace casi un año, siempre come con nosotros, se me olvidó decirtelo.
Me dió los cinco platos y los coloqué sobre la mesa rectangular que se encontraba al lado de la ventana, con unas vistas al campo preciosas.
-No te preocupes abuela, no me importa -sonreí para quitarle importancia-. Está bien.
Recuerdo que mis abuelos necesitaban ayuda aquí, para tratar con el ganado, los caballos y demás, porque ellos ya rozan los setenta años de edad y no pueden hacer todas las tareas. Buscaban a alguien con experiencia, asi que imagino que será un hombre adulto y de la zona. Nada de lo que preocuparse, además mis abuelos no meterian a cualquiera a trabajar en el negocio al que tanto tiempo le han dedicado. Estoy segura.

Cuando la comida esta lista y estamos en la mesa, nos toca esperar unos minutillos mas al hombre que comería con nosotros.
-Fernando, ¿podrías ir a decirle que le esperamos para comer? -pidió mi abuelo- Debería estar en las cuadras, una yegua se ha puesto de parto esta noche y se ha debido de entretener mas de la cuenta.
Cuando Fernando salió yo aproveché para informarme sobre la yegua y el parto, no hay dos cosas que me interesen mas que los caballos, mi animal favorito, y lo que tenga que ver con la salud animal, de ahi viene que quiera estudiar veterinaria. Además, ya he asistido a varios partos aqui y conozco en profundidad a todos los caballos que se encuentran en el rancho.
Felipe, mi abuelo, me explicó que habia sido un parto muy dificil y que Baronesa, la madre, estaba débil.

Se empezaron a oir carcajadas provenientes de fuera, una de las dos voces era de mi hermano, y la otra será del ayudante de mi abuelo.
La puerta se abrió dejandome ver a mi hermano con cara de felicidad, y detrás de él, un joven de gran envergadura, muy fuerte y moreno. Su pelo era castaño y ondulado, echado para atrás, le quedaba bastante bien. Sus ojos.. sus preciosos ojos, son dificiles de explicar, parecidos al color aqua. Sin palabras.
¿Pero este es el que ayuda a las tareas del rancho? ¿El que va a comer todos los dias con nosotros? ¿Al que me encontraré por cualquier lado? Oh Dios mio, no sé si darte las gracias o suplicarte que no me castigues de esta forma por lo que sea que haya hecho.
Mis abuelos se levantaron de la mesa, yo copié su acción y me acerqué con ellos hacia la puerta.
-Sam, él es Adrián, del que te hemos hablado antes -sonreí timidamente hacia su dirección-.
Madre mia, este chico parece recien sacado de los calendarios de bomberos.
-Un gusto conocerte -dice sonriendo, para despues darme dos besos en las mejillas-.
-Lo... mismo digo. Esto... ¿comemos? -digo rapidamente para alejarme de aquel pedazo de hombre.
-No me digas que no lo conoces, Sam -interrumpe Fernando mi camino hacia la mesa.
-¿Debería...? -digo con cara de no tener ni idea de lo que habla-.
Te digo yo que si lo hubiera visto, me hubiera acordado, para no hacerlo, ¿sabes?
-De pequeños, ¿recuerdas? -negué con la cabeza-. Agg, que cabeza tienes Sam, solía jugar con nosotros, aquí, en verano...
Deja sus explicaciones al ver que sigo sin acordarme, lo siento, no es mi culpa tener esta memoria.
Por fin nos sentamos en la mesa, mi abuela saca del horno esa lasaña que tanto amo, y la reparte entre los cinco.
-Y bien Fer, ¿cuánto tiempo os quedareis? -habla el desconocido tío buenorro, esto... es innegable que lo es-.
-Yo solo me quedo hasta el fin de semana, tres dias. Pero mi hermana, -el chico me mira- se quedará todo el verano.
-Eso esta muy bien -dice mientras me sonrie y no puedo evitar bajar la mirada de sus ojos-, muy muy bien.
Nota que mi abuelo le mira con su típica mirada intimidante.
-Me refiero a que esta bien tener a alguien de mi edad por aqui, me cansa hablar a las vacas de mis cosas -intenta excusarse-.
-Nos vamos conociendo, chaval -y coge el cuchillo de la mesa, Adrián traga saliva ante esa acción- Solo voy a cortar el queso, tranquilo, de momento -amenazó-.
A mi solo me quedó reirme ante esa situación, adoraba a mi abuelo.

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Amor en el ranchoWhere stories live. Discover now