12 de Febrero (capítulo único)

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** ¡¡Hola a tod@s!! Tras varias peticiones, me he decidido a escribir un pequeño one-shot sobre Colifer. Aprovechando que mañana es San Valentín, quería traeros algo nuevo sobre estos dos que tanto me gustan. Esta historia puede leerse independientemente a mi otro fic Colifer, o entenderse como un capítulo inédito dentro de éste... cada uno que lo interprete como quiera. ¡¡Espero que os guste!!


Día 12 de Febrero del ...

Estaba feliz. La reunión había ido aún mejor de lo que esperaba, y tenía el papel. Le apetecía muchísimo hacer de mala, y más en una película de uno de sus directores favoritos. Dejó el coche en el garaje, y entró en casa.

- ¡Ya estoy aquí! - gritó, para que él la escuchara.

Le encontró en el salón, leyendo el periódico. Pese a que le veía cada día, no pudo evitar pararse unos segundos a admirar lo guapo que estaba con aquellos vaqueros y esa camiseta negra. Seguía dejándola sin aliento. Colin levantó la cabeza y la miró. No necesitó preguntarle cómo le había ido, pudo leerlo en su cara. Sonrió inmediatamente.

- ¡Te lo dije! Sabía que te lo darían.

Se levantó y fue hasta ella para abrazarla, y Jen cerró los ojos, dejándose envolver por sus fuertes brazos y su olor. Estaba convencida de que nunca se cansaría de eso.

- Lo sé, siempre eres mucho más optimista que yo. - dijo, mirando con amor sus ojos azules, y besándole con cariño.

- ¿Qué te han dicho? ¿Cuándo empiezas a rodar?

- Aún no es definitivo, pero seguramente dentro de un mes. - y un pensamiento cruzó su mente, haciendo que perdiera la sonrisa.

- ¿Qué pasa, Morrison? Suéltalo. - le pidió Colin con ternura, acariciándole el hombro.

- Acabo de caer... me perderé el cumpleaños de Lizzy.

Sin poder evitarlo, Colin soltó una carcajada.

- ¿De qué te ríes? - protestó, dándole un golpe en el pecho. - ¡Soy una madre horrible!

- Cariño, - empezó Colin - no eres una madre horrible...

- ¡Sí que lo soy! - le interrumpió, alterada. - Es su primer cumpleaños... maldita sea, sólo va a tener un primer cumpleaños.

- ¿Puedes dejarme hablar un momento? - preguntó Colin. Jen le miró y asintió, en silencio. - Has pasado con ella prácticamente cada hora de cada día desde que nació. Nunca he visto a nadie tan entregado... pero ahora, tienes la oportunidad de tu vida; tú lo sabes, yo lo sé, y Lizzy lo sabrá, cuando sea lo suficientemente mayor para entenderlo.

- Pero...

- Eh, estoy hablando. - la cortó, poniéndole un dedo sobre los labios. - Sé cómo te sientes. Estabas embarazada de 8 meses, y tuve que irme a rodar durante dos semanas a Nueva York. Me torturaba pensar que en cualquier momento pudieras ponerte de parto, y que yo no estaría ahí a tiempo para cogerte de la mano. Pero entonces, tú me hiciste ver que tenía que hacerlo, que la pequeña nacería cuando llegara el momento, y que si me lo perdía, tendría toda la vida para compensárselo. Por suerte, no fue así, pero tú insististe en que corriera el riesgo. Lizzy es la niña más feliz del mundo, y también es demasiado pequeña como para conocer el significado de la palabra "cumpleaños". Le compraremos un montón de regalos, una tarta preciosa, que me tocará comerme a mí, por supuesto, y lo celebraremos cuando puedas. Estoy convencido de que no pedirá la emancipación por eso.

- ¿Seguro que algo así no le creará un trauma insuperable? - Jen hizo un puchero, pero Colin la conocía, y sabía que sus palabras habían logrado tranquilizarla. Era madre primeriza, tenía sus miedos y quería mantenerlo siempre todo bajo control, pero cuando le entraba el pánico, él intentaba ser el mejor apoyo posible.

Un trocito de felicidadWhere stories live. Discover now