8.

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HSS Messenger:
Desconocido está en línea

Desconocido:
¿Tus padres acaban de salir verdad?

Cassie está en línea

Cassie:
¿Sabes donde vivo?
Voy a llamar a la policía

Desconocido:
Hey!
Tranquila, solo decía
Además, tú querías saber si era un viejo o no

Cassie:
¡¿Ah?!

Desconocido:
Verdad que borras los mensajes
¿Te lo siguen revisando?

Cassie:
Que te importa

Desconocido:
Voy a tomar eso como un sí
¿Me quieres abrir?

Cassie:
Estas loco

Desconocido:
Déjate llevar, vas a ver que no soy un viejo

Cassie:
Bueno, voy.

Cassie abandonó el chat
Desconocido abandonó el chat

Cassie abandonó el chatDesconocido abandonó el chat

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Cassie

     - ¿En que lio te has metido? Cassie estúpida – dije parándome de la cama. Me acerqué a mi ventana y abrí un poco la persiana y definitivamente había un carro. – Puede ser de algún vecino, al final, no vivo sola. Debe de estar jugando conmigo. 

     Agarré mi celular y estaba dispuesta de mandarlo a volar, pero me llego una imagen. Era yo mirando por mi ventana. Mis manos comenzaron a temblar, si era él.

     -Joder. No voy, ni loca voy.

     El timbre sonó dándome un respingón. Marqué al 911, sin embargo, no llamé. Comencé a caminar lentamente hasta que quedé al medio de la sala mirando la puerta. Otra vez tocaron el timbre.

     - ¿Quién es? – susurré, escondiéndome detrás del sofá. – No quiero escuchar la palabra de Dios – Grité. Se pudo escuchar una pequeña risita desde el otro lado de la puerta. – Mucho menos galletas.

     -Cassie abre.

     Su voz era grabe y madura, pero no para un señor de cincuenta años. Procedí a caminar lo más silencioso posible, aunque juraría que igual me estaba escuchando. Llegué a la puerta y miré tras el ojo mágico. Él estaba sonriendo mirando fijamente el ojo mágico, sabia que lo estaba viendo.

     -D-Dime tu nombre y te dejo entrar.

     Él se rio de mi comentario. No era la mejor frase que le deberías de decir a un desconocido para dejarlo entrar a tu casa, pero no me quedaba de otra, se lo dije.

     -Cassie. Déjame pasar y hablamos mejor cara a cara.

     -Nombre- Su sonrisa desapareció. Miró a los lados, no había nadie en el pasillo, ¿pero tenia miedo de que alguien lo escuchara? -Ahorita.

     -Justin. Cassie ahora abre.

     Y como ordeno, yo como estúpida abrí la puerta. Justin vestía un traje negro, estaba bien peinado y ahora que lo miro mejor, tenia algunos tatuajes en sus manos. Me hice a un costado para dejarlo pasar. Cerré la puerta tras su entrada. Volteé y él estaba viéndome con una media sonrisa, esperando de que hablara o haga algo. No tenia palabras para describir lo bueno que estaba, automáticamente mis mejillas estaban rojas.

     - ¿Te gusta lo que vez? – Su tono era juguetón. Dio unos pasos para quedar mas cerca de mí. –Vez que no soy un viejo. Pequeña juguetona. 

     Con un rápido movimiento, me pego a la pared dejándome sin salida. Empujó todo su cuerpo hacia mi, dejándome sin salida. Vi cómo sus ojos color celeste estaban llenos de lujuria. Murmuró mi nombre quitándome todo tipo de pensamiento racional. Estar con su cuerpo presionado contra el mío me generaba excitación, aunque sabia perfectamente que me estaba metiendo con un desconocido.

     Los dedos de una de sus manos comenzaron a jugar con un mechón de pelo que caía sobre mis pechos. Lo apartó, levanto mi barbilla con un dedo para poder mirarlo directamente. Por ser mas pequeña que Justin, sus ojos tenían una vista perfecta a mis pechos. Bajó su mano hasta mi muslo, lo agarró con firmeza y pasó mi pierna por encima de su cintura, su rodilla quedó entre mis piernas. Junto nuestros labios con fuerza, con el poco control que me quedaba, deslicé una de mis manos hacia su pecho y sentí, entre su camisa, lo fuerte que están sus pectorales. Sentí que sus dedos se clavaron en mi cintura pegándome mas a su ya a su erecto pene; solté un pequeño murmullo de placer. Él soltó una pequeña risita.

     -Virgen mentirosa- Se separó de mi dejándome con todas las ganas. Intentando recuperar la compostura, lo mire con el señor fruncido esperando una explicación. Él se rio de nuevo por mi expresión. Levantó los hombros y estaba dispuesto a moverme para abrir la puerta. - Primero, te haces la inocente. Segundo, dices que estoy mal de la cabeza y que nunca me vas a hacer caso. Pero a la primera que te toco ya estas gimiendo del placer. Pequeña Cassie, lo siento, pero te dejo. Si quieres mas, sígueme escribiendo.

     Me movió fácilmente de la puerta. Yo seguía intentando entender sus palabras, que tenían toda la razón, y él salió de mi departamento como si nada. Dejándome enojada y con ganas de mas.

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