Cápitulo 1

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Era un día lluvioso cuando Iris iba en su coche. En el se podía escuchar a la chica cantando Highway to Hell al mismo compás que el de la radio. Aunque no le gustase conducir en días lluviosos la ocasión merecía la pena, iba al piso compartido de su novio para darle una sorpresa por su cumpleaños, a ella le hacía mucha ilusión, ya que dentro de una semana harían 1 año juntos. 

Entonces Iris empezó a sonreír cuando recordó la primera vez que se vieron. Los alumnos de su facultad siempre hacen una fiesta de bienvenida para los nuevos, bueno ya sabéis: buena música, un poco de alcohol, otro poco de cachondeo... en resumen una fiesta. Ella estaba acompañada de su compañera de piso, Sara. Ellas estaban hablando sobre la universidad, a su aire como siempre pero de repente Iris notó como que alguien la observaba, rápidamente giró su cabeza en busca de esos ojos que sin hacer falta de verlos la intimidaban un poco. Miró a todos lados hasta que sus ojos verdes dieron con los de un ojiazul de mirada penetrante, "es como si te viese el alma" pensó ella. Cuando este se dio cuenta de la mirada nerviosa de la castaña sonrió y fue caminando de forma un poco arrogante hasta la posición de ella.

Sara al percatarse de que su amiga ya no la hacía caso, siguió el recorrido de sus ojos para intentar dar con la causa del problema, y cuando al fin se dio cuenta de lo que pasaba se fue con la escusa de buscar algo para beber, pero la verdad Iris no se dio ni cuenta, seguía embelesada por el claro azul de los ojos del chico misterioso. El ojiazul, cuando estuvo en frente de la chica se presentó:

-Hola, me llamó Eric.

-Hola (dijo medio embobada)

-¿Y tú eres...?

-Iris, mi nombre es Iris

-Bueno y ¿que hace una chica como tú en una fiesta como esta?

-Como "¿una chica como yo?" (dijo un poco ofendida)

-No me mal intérpretes, me refiero a que ¿que hace una chica tan guapa como tú en una fiesta como esta? Este tipo de fiestas suelen acabar para chicas como tú con: recuerdos borrosos y en la cama de un tío que no conoces de nada. (dijo sonriendo)

-Yo me se cuidar sola, además ¿no te gustaría que ese chico fueras tú? (dijo con otra sonrisa dibujada en sus labios).

Después de aquello se pasaron toda la noche hablando, bromeando e intimando. Al final de la noche cuando casi todos se habían ido ellos seguían hablando, tampoco es que tuviesen muchas cosas en común pero de las pocas que tenían, hablaban de ellas como si fuese lo único que hubiese en la Tierra. Después de todo aquello, los dos jóvenes, se intercambiaron los teléfonos, y casi un año después, la misma chica se dirigía a casa de aquel desconocido chico, aunque ya no era tan desconocido.

Entre la luz y la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora