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Reflejo de una vida normal.

El día comenzaba con la entrada del sol por la ventana, las bellas calles de Londres que se lograban ver a lo lejos, emanaban un frío que provocaba estremecimientos por todo el cuerpo a cualquiera que tuviera el valor de poner un pie en el exterior, una ligera lluvia caía sobre el pavimento y las casas eran tocadas por la ligera brisa que anunciaba una tormenta.

Marissa se encontraba sobre su cama, envuelta en las suaves sábanas, al entrar el sol, hizo una mueca de disgusto y con mucho esfuerzo se levantó hecha un desastre, ella sabía que tenía que asistir al colegio y aunque la idea no le agradaba era mejor que quedarse sola en casa. Todas las mañanas su hermano menor Valentín salía al colegio desde temprano y sus padres trabajaban a diario como profesores de un colegio para niños pequeños.

Al levantarse se dispuso a tomar una ducha antes de salir, su cuarto... Bueno, era poco decir que estaba "desordenado", era más apropiado definirlo como un completo desastre, principalmente porque había libros tirados por todas partes, Marissa era fanática de la lectura, le gustaba coleccionar distintas ediciones de un mismo libro pero en diferentes idiomas, normalmente su habitación era un ejemplo perfecto del orden, sin embargo, precisamente anoche Marissa había trabajado en la reorganización total del librero, algo que obviamente no resulto una tarea fácil .

Una vez lista, con el uniforme del colegio y el cabello arreglado, bajo al comedor donde su madre le había dejado el desayuno listo, tomó su mochila y saco algunos cuadernos, debía terminar algunas tareas pendientes y aunque su horario escolar iniciaba a las 2 de la tarde, a veces no era tiempo suficiente.

Ya sentada en la mesa escucho un pequeño tintineo... Era su celular, corrió rápidamente para sacarlo de su mochila y respondió agitada.

—Buenos días— escucho al otro lado del teléfono. Era su mejor amiga Giselle.

—Hola Giselle— respondió Marissa con una sonrisa en el rostro, hablar con Giselle era como un respiro de aire fresco; desde hace unos meses que se habían conocido cuando había dado inicio el nuevo ciclo escolar  y desde el primer momento encajaron muy bien.

—Marissa debes saber que no iré al colegio hoy, no me siento bien— dijo la chica con un tono que evidenciaba su malestar.

—¿Por qué? ¿Qué tienes?— Pregunto Marissa preocupada, Giselle no solía faltar por cualquier cosa. No era fanática de permanecer sentada durante horas tomando clase, pero Marissa sabía mejor que nadie que Giselle odiaba todavía más estar en su casa, en eso se parecían un poco.

—Nada de importancia, sólo me duele un poco la cabeza— contesto y Marissa la comprendió al instante, normalmente cuando a Giselle le daban dolores de cabeza eran muy fuertes, aunque Giselle insistía en que no era tan importante había veces en las que ni siquiera podía pensar con claridad.

—Esta bien no te preocupes, te pasó la tarea más tarde— dijo Marissa algo triste, Giselle había llegado a formar parte de su día a día, tenía que admitir que la idea de no tenerla a su lado era realmente aterradora.

—¡Gracias!... Por cierto, debes tener cuidado con Carla, ayer insultó de una manera horrible a Elisa en nuestra clase de arte, espero que no te haga lo mismo porque si es el caso yo misma saldría del infierno para arrancarle la cabeza— al escuchar eso Marissa sintió un nudo en el estomago, Carla era la persona más odiosa y horrible del mundo, siempre la molestaba a ella, a Giselle y sobre todo a Elisa; otra de sus amigas. Especialmente cuando tomaban clases separadas, artes era una de ellas.

—No te preocupes yo puedo con ella, aunque debo admitir que voy a extrañarte hoy, espero que te mejores— respondió Marissa jugando con un lápiz. No podía evitar esperar lo peor, podía defenderse sin duda pero la idea de tener una pelea la agotaba.

Recuerdos Ocultos |En Edición|Where stories live. Discover now