Capítulo 1

55.6K 2.5K 944
                                    

1 de julio de 2015

Hoy es uno de esos días. Sí, uno de esos en los que todo te sale bien. Cuando me metí en la ducha el agua no tardó en salir caliente ni medio minuto. Cuando me preparé un café tenía el punto justo de azúcar. Y lo mejor de todo, cuando iba de camino al trabajo no me tropecé con ningún semáforo en rojo. Porque sí, este es mi primer día de trabajo y parece que todo va a salir a la perfección.

Al entrar al edificio y mirar mi reloj me doy cuenta que he llegado veinte minutos antes. Parada en la puerta del ascensor esperando que se abra aprieto mi coleta por décima vez, acomodo mi ropa y miro mis pies. Zapatos planos, no sé si era lo correcto para estar en una oficina pero los tacones y yo no somos muy amigos. Las puertas se abren y entro al ascensor para después pulsar el botón número cuarenta. Cuando se está cerrando, un hombre se cuela y se pone a mi lado sin decir nada.

―¿Vas a la misma planta que yo? ―Me mira sin hablar aún―. Lo digo porque no has pulsado ningún botón.

―Sí.

―Oh, entonces trabajamos juntos. ―Sonrío―. Soy nueva.

―Eso ya lo veo.

―Soy la secretaria de Daniel Fernández.

―Lo sé.

―¿Lo conoces? Me han dicho que es un cabrón, pero creo que están exagerando.

―Sí, es algo duro.

―Solo espero caerle bien ―digo justo cuando el ascensor se detiene y se abren las puertas―. Por cierto, soy Dafne.

No me responde, no sonríe, simplemente asiente sin despegar sus ojos de mí y se va. Encogiéndome de hombros salgo del ascensor y voy hasta recepción. Una mujer joven, con un perfecto moño en su cabeza y su ropa correctamente combinada me recibe con una sonrisa.

―Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?

―Hola, soy la nueva secretaria de Daniel Fernández ―respondo intentando mostrar una sonrisa igual a la suya.

―Ah, eres Dafne Ramos.

―Esa soy yo.

Su sonrisa se ensancha un poco más, pero no puede responderme porque el teléfono de su mesa suena. Me hace una señal con su dedo para que espere y así hago. Doy un rápido repaso a todo el lugar, me sigue pareciendo asombroso aunque esta es como mínimo la quinta vez que estoy aquí.

―Dafne.

―¿Sí? ―digo dándome la vuelva.

―Acompáñame por favor. ―Se pone en pie y rodea su escritorio hasta llegar a mí―. Por cierto, soy Clara.

Camino junto a ella en total silencio. Hasta este momento había podido controlar mis nervios pero ahora mis uñas están siendo mordidas después de varios meses. Lo sé, una fea costumbre, pero no puedo hacer nada al respecto. Clara se detiene frente a un despacho, me mira durante unos segundos y antes de que pueda decir nada da un par de toques en la puerta.

―Suerte.

Espera, ¿suerte? ¿Por qué me desea suerte? Voy a protestar cuando abre la puerta y dándome un pequeño empujón me hace entrar. Doy un traspié, que estoy segura que no pasa desapercibido por nadie, pero intento disimularlo. Ni decir que no sirve de mucho porque casi me atraganto al ver a mi jefe.

―Pase señorita Ramos, siéntese.

Doy un paso al frente agarrando con fuerza la correa de mi bolso y me obligo a respirar con normalidad, lo que menos necesito ahora era desmayarme por falta de oxígeno. Una vez sentada frente a él me abofeteo mentalmente por ser tan bocazas. Porque sí, el hombre con el que he hablado en el ascensor era el mismísimo Daniel Fernández, mi jefe.

¿Te burlas de mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora