Capítulo 25: No vale la pena

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THIAGO

—¡Ey! ¡Muñeco de plástico! —escucho la voz de una chica cuando estoy por llegar al ascensor pero cuando me volteo a ver, deseo no haberlo hecho nunca y mi lo primero que deseo es salir corriendo de ahí. Es Izzie, y teniendo en cuenta que he pasado de ser nombrado «Ken» a «muñeco de plástico», eso solo puede significar que estoy cerca de morir.

—¿Me estás hablando a mí?

Me apunto con la mano e Izzie me mira como si se estuviera preguntando si soy estúpido de nacimiento o si la vida me hizo ser así.

—No, al señor que va por allá —responde con sarcasmo antes de fulminarme con la mirada. ¡Dios! Si que está enojada.

—¿Qué pasa?

—¡¿Que qué pasa?! —suelta exasperada—. No sé si te acuerdas de mi amiga, ¿Lilith? ¿Te suena? —escuchar su nombre se siente como un golpe en la boca del estómago, no quiero hacer esto, no en mitad del pasillo—. No sé qué mierda fue lo que pasó entre ustedes dos o qué le hiciste para dejarla en el estado en que está pero esto se tiene que terminar ahora.

—¿Cómo está?

Por favor que no haya recaído, por favor que no haya recaído por mi culpa. Es lo único que pido.

—Muy bien, gracias, te manda saludos —su falsa sonrisa me provoca un escalofrío, esta chica no deja el sarcasmo ni por si acaso—. ¿Cómo piensas que está, genio? Por el suelo... literalmente. ¿Se puede saber qué mierda le hiciste?

—¿Está comiendo? —ignoro su pregunta porque ahora mismo solo me interesa saber una cosa. No recaigas, no recaigas, no recaigas—. Dime por favor que está comiendo.

—Si con comer te refieres a unas cucharadas de gelatina que después vomita, entonces sí, está comiendo.

—¡Mierda! No, Izzie no —me llevo las manos a la cabeza, no puede haber vuelto a eso, no cuando estuvo tan cerca de dejarlo atrás—. Hay que hacer algo, no puede volver a lo mismo. No puede, Izzie.

—¿Lo sabes?

—¡Claro que lo sé! —mi grito llama la atención de varias personas así que intento bajar el tono y vuelvo a mirar a la rubia que me observa sorprendida—. No puede recaer y menos por un malentendido —ella enarca una ceja, esperando y sé que no me queda más remedio que contarle, no lo dejará pasar. Suelto un largo suspiro antes de volver a hablar—. Lily piensa que la estaba engañando, que nunca terminé con mi ex y que solo estaba jugando con ella.

—¿Y eso es verdad?

—Claro que no, yo la quiero y nunca le haría algo como eso.

—Entonces, ¿qué estás esperando para aclarar todo? Han pasado dos semanas. ¡Despierta!

Tiene razón, soy un imbécil. Quise darle su tiempo, que se calmaran un poco las cosas y la verdad es que también estaba un poco asustado de que me volviera a mandar a la mierda, tengo mis sentimientos también. Pero ya basta de esperar, tengo que ir lo más rápido que pueda y contarle toda la verdad; puede que todo se arregle o puede que no me crea y me mande a freír monos a África pero lo seguiré intentando hasta que entienda que nunca le mentí.

Antes de que la rubia pueda decir algo más —o volver a regañarme como si fuera un niño—, salgo corriendo hacia el tercer piso sin siquiera despedirme de ella.

Me detengo a tomar aire antes de golpear la puerta, lo único que pido es que abra la puerta pensando que soy otra persona porque está claro que a mí no me quiere ver. Me intento tranquilizar un poco para poder ordenar mis ideas y no hundirme más de lo que ya estaba y al fin me armo de valor para golpear la puerta.

Renaciendo de las cenizas (Re-subiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora