Capítulo 2: Etiqueta.

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Al día siguiente de mi encuentro con Bruce fui a trabajar como de costumbre al edificio del Daily Planet. Recuerdo que caminé como tonto hasta la oficina y me senté en mi escritorio distraído; todavía no podía salir de la impresión que me había quedado en el cuerpo la charla y aquel intercambio de besos que tuvimos. Y es que desde la noche anterior me la había pasado en vela sin poder dormir, rumiando todo lo que había sucedido entre nosotros. Aún no podía creer el hecho de que Bruce me deseara y que lo pudiera decir tan despreocupadamente; cosa que a mí me hubiera costado horrores. Luego estaba ese contrato de confidencialidad que me había hecho firmar del cual no tenía ni la menor idea porqué. No tuvo la suficiente confianza para decírmelo en el momento, y tanto su desconfianza como el contrato, me habían enfurecido y entristecido a la vez. ¿Qué era tan privado que no pudo decírmelo en ese momento y que requería de un papel legal? No lo supe, pero tal pareciera que aquello que recelaba con ahínco tenía que ver con una propuesta, una que sólo podría mencionar en cuanto tuviera mi primera vez. ¿Por qué razón estaba eso ligado con mi intimidad sexual?, no tenía la menor idea. Pero por momentos eso pasaba a segundo plano, lo que más me tenía ocupada la cabeza era el pensar en tener sexo con él. Cada vez que recordaba que eso había quedado pendiente mi corazón saltaba en un vuelco y no podía evitar ponerme nervioso.

Me quedé varios minutos sentado en mi escritorio, inmóvil en mi asiento. En cuanto pude reaccionar prendí mi computadora y lo primero que hice fue abrir la casilla de correo electrónico para revisar los mails. Mi cara fue de enorme sorpresa al ver en la bandeja de entrada un mensaje que no me esperaba. Abrí el mismo rápidamente y me dispuse a leer no sin antes mirar para todos lados hasta sentir que nadie me estuviera observando.

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De: B.W.

Para: Clark Kent.

Asunto: Fin de Semana.

Buenos días, señor Kent. Como le había comentado el día de ayer, este fin de semana estoy libre, más específicamente, el sábado por la noche. Si así lo desea y no tiene otros planes, lo invito a reunirnos en el hotel Domino a cenar. Si logramos coordinar, un auto estará pasándolo a buscar a las 20hs por su departamento.

Sin otro particular, lo saluda atentamente.

B.W.

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Jamás imaginé recibir un mail de parte de Bruce tan pronto, encima invitándome a cenar en un hotel; por lo que tenía entendido, a él le desagradaba mostrarse en público. A pesar de que el correo no tenía su nombre, me di cuenta que era él por las iniciales y obviamente por su contenido, que me parecía por demás formal. Supongo que lo había hecho para mantener las apariencias sabiendo que podía leerlo en el trabajo y así pasaría desapercibido. Lo primero que sentí al terminar de leerlo fue mi respiración detenerse, luego mi corazón comenzó a acelerarse y me mordí el labio nervioso por las muchas tonterías que pasaban por mi cabeza. Deseaba verlo, de eso estaba seguro, y el hecho que nos encontráramos en ese hotel podría significar tener mi primera experiencia sexual. ¡Dios, que nervios! Ya sólo con pensar en intimar con él hacía que mi cuerpo temblara de excitación. Ese hombre tenía un completo control sobre mí sin siquiera tenerlo cerca. Miré embobado la máquina y me puse a contestar el correo confirmando la cita. Y como siempre, frente a mi timidez, me demoré unos cuantos minutos en darle clic al botón enviar.

En seguida, al terminar de contestar, indagué en un buscador de Internet como lucía el hotel que me había mencionado, ya que temía que eso pudiera ser un futuro problema. Confirmé mis sospechas al ver la descripción del lugar que hablaba de un altísimo nivel. Apoyé mi frente sobre el escritorio sintiéndome totalmente frustrado y alcé la vista nuevamente a la pantalla tratando de pensar cómo solucionar mi principal inconveniente.

Cincuenta Sombras de Wayne (Superbat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora