Capítulo 2: La confesión

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La cabeza le daba vueltas, no podía pensar o concentrarse en otra cosa, se sentía bajo presión y muy estresado, su dolor ocasional de cabeza se volvió una constante, de verdad quería hacerlo pero tenía miedo, ese tipo de cosas nunca es fácil y más cuando tus padres son tan estrictos.

Ethan comenzó a bajar las escaleras, sabía que sus padres se encontraban en la estancia leyendo como usualmente hacían.

— ¿Cómo crees que siga? —escucha que su padre pregunta de pronto, así que frenó de golpe y se quedó a escuchar la conversación desde las escaleras sin ser visto.

—Parece que mucho mejor, ya no está molesto —responde Laurel.

—Esperemos que esta vez esté funcionando, la última vez creímos que ya estaba mejor pero a la semana, la historia se repitió.

—La tercera es la vencida —Trató de tranquilizarlo su esposa.

Ethan notó una preocupación en sus padres, sin embargo no tenía idea de quién o que hablaban, y probablemente no era nada que debiera desenfocarlo.

—Mamá... Papá... —Irrumpió terminando de bajar las escaleras y pretendiendo que no había escuchado la conversación previa.

—Ethan, ¿Qué pasa? —le pregunta Laurel, y de nuevo podía ver algo que la inquietaba en sus ojos.

— ¿Puedo hablar con ustedes? —pregunta con timidez.

—Claro, ven siéntate —responde Saúl cruzando una mirada de desconcierto con su esposa.

Ethan obedeció y se sentó frente a ellos, su corazón latía a mil por horas, sentía que le iba a salir volando del pecho, las manos además de comenzar a sudarle, temblaban, al igual que su mandíbula.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasa hijo? —pregunta Laurel poniendo su mano sobre las de él para tranquilizarlo.

Ethan pasó saliva y llenó sus pulmones con más aire de lo normal mientras se decía a si mismo «sólo dilo».

—Lo siento, lo siento de verdad, no es mi intención herirlos —Comenzó.

—Ethan, ¿de qué hablas? —pregunta Saúl levantándose un poco de su asiento.

—No puedo mentirles más, los amo, pero esto me está matando...

—Está bien, no pasa nada, cuéntanos —Le pidió Laurel con un dulce tono de voz que en el interior le brindaba la confianza necesaria.

En el momento exacto de concluir con su confesión, por su mente pasaba que reacción tendrían sus papás, « ¿Acaso se molestarán muchísimo y estaré castigado por el resto de mi vida?, o ¿por obra de algún milagro me aceptarán mientras que con ligeras palmadas en el hombro me dirán que todo está bien?»

—Me gustan los muchachos... —En su interior Ethan sintió como un peso de encima desaparecía; bajó su cabeza y cerró con fuerza los ojos rompiendo en lágrimas esperando el severo regaño de sus padres.

Laurel se levantó y comenzó a llorar en silencio alejándose de la estancia.

—Ethan... —dice Saúl calmado—, Tranquilo, todo está bien hijo, lo importante es que estas bien y sigues con nosotros.

Ethan levantó de golpe la cabeza y miró con sus ojos rojos y lagrimeantes a Saúl frente a él, estaba sorprendido de que no le estuviese regañando o castigando, mientras pensaba « ¿me habrá escuchado bien?», aunque por otra parte sintió una sensación reconfortante el saber que a pesar del duró carácter de su padre, este había tomado muy bien la noticia.

Laurel volvió un poco más tranquila a la estancia.

— ¿Sales con alguien? —Fue lo primero que le preguntó, dejando perplejo a Ethan quien avergonzado asiente con la cabeza.

—Laurel, cálmate... —le sugiere Saúl conservando una serenidad en su voz.

— ¿Cómo se llama? —continua Laurel ignorando la recomendación de Saúl.

—Se llama Jeremy mamá... —dice con cierta valentía.

Laurel no agregó nada más a la conversación, ni un "te prohíbo ver a ese tal Jeremy" a como él esperaba; simplemente subió a su habitación y se encerró a llorar en soledad.

—Hablare con ella... —Fue lo último que le dijo Saúl.

Ethan volvió a su habitación, confundido, lo que había pasado tenía otro desenlace en su mente, uno peor por supuesto, aunque no sabía cómo sentirse con lo que resultó de su confesión.

A Mi LadoWhere stories live. Discover now