Ya no lo veía

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Mauricio se sentó en el asiento que la chica tomaba usualmente.
 
  Habían pasado dos semanas desde la última vez que la había visto. Y sí, los primeros días se había sentido un poco decepcionado pero, con el pasar de los días, comenzó a olvidarse de ella. Después de todo, no guardaba ningún sentimiento hacia ella, excepto claro, por aquella fascinación.

    El frío cada vez era más difícil de ignorar y por eso Mauricio había decido sentarse en esa esquina; para poder acurrucarse y sumirse en su música. Era de noche y no podía leer.
Fue entonces que se dio cuenta: se había sentado en el lugar de la chica.
Para ser sincero, no estaba nada mal. Era espacioso. Trató de ponerse en su lugar. Qué podía verse desde ahí. ¿Alguna vez lo miró a él? Lo dudaba pero era una posibilidad.

   El tren estaba casi vacío a estas horas (casi las once de la noche). Había salido tarde porque su jefe le había pedido que se quedara más tiempo y él aceptó. Estaba cansado. Cada vez le era más difícil conciliar el sueño pero no entendía la razón.

   Abrió los ojos y entonces ya no podía cerrarlos.

   Ahí estaba. Era el hombre del traje. No estaba con la chica pero tampoco estaba solo. Había una mujer sentada a su lado, su cabeza descansaba sobre el hombro de él.

   ¿Qué significaba eso? ¿Acaso ya habían terminado? ¿O solo eran amigos?

   Mauricio no pudo evitar verlos con detenimiento.

   Él parecía cansado, no era como el hombre que había visto días atrás. Su sonrisa no estaba y, aunque su cabeza descansaba también sobre la de la mujer, no parecía cómodo. O feliz.
Ella, en cambio, parecía a gusto. Como si tocar al hombre fuera algo que hacía diariamente. Mauricio creyó que estaba dormida pero luego vio que la mano de la mujer acariciaba el brazo del hombre. Y notó otra cosa: un anillo en el dedo anular izquierdo en sendas manos.

   La mujer parecía mayor que la otra. Tal vez solo unos cinco años a lo mucho, pero se notaban.

   Mauricio no lo escuchó pero al parecer al hombre le sonó el celular y lo sacó. Un mensaje, supuso Mauricio al ver que no se lo llevaba al oído.

   La cara del hombre se iluminó y pareció rejuvenecer. No sonreía, o no abiertamente al menos. Pero el cambio era notable. Él le dio una mirada a su esposa e intentó contestar con una mano para evitar molestarla. Después volvió a guardar el celular.

   Todo había sido demasiado precavido. ¿Una amante? Y él no había sido infiel a nadie pero conocía las señales. Había tenido amigos que engañaban a sus novias.

   Una amante. ¿Podría ser la chica?

   Su curiosidad aumentaba. Si el hombre era un esposo infiel y la amante resultaba ser la chica, ¿ella lo sabría?

   Mauricio no tenía una opinión establecida sobre la infidelidad. No la veía ni buena ni mala. Pero, por alguna razón, le molestó pensar que este hombre podría estar engañando a la chica. Ella parecía quererlo. Al menos esa impresión le dio aquel día. Y se maldecía por no haberle prestado más atención a la pareja cuando tuvo la oportunidad.

   Si este hombre le mentía a ambas mujeres, no podía hacer nada.

   Y entonces se le ocurrió: si algún día volvía a ver a la chica, le hablaría. Era una promesa.

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N/A: Bueno, aquí traigo un nuevo capítulo... Después de casi tres años xD. En un principio, planeaba hacer esta historia un poquito más extensa (estaba inspirada en ese entonces) pero con el paso de los meses, se me acabó la imaginación, las ideas se me fueron, por lo que decidí dejarla con un solo capítulo. 
  Ahora esta la segunda historia más popular que he hecho y no sé qué fue lo que hizo que la gente la leyera porque estuvo como año y medio con apenas 12 vistas y ni un voto, jajajaxD. 
  He hecho este capítulo porque me lo han pedido. Siento hasta bonito de ver que mi historia gusta a la gente, jajaja. 
  Bueno ya. Tenía que desahogarme. De nuevo, gracias por sus comentarios y sus votos. Espero subir otro capítulo pronto.

La chica del trenWhere stories live. Discover now