Capítulo 23 - El beso en el tejado

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»La cosa es que algunos padres te enseñan las cosas de la buena manera, Matt, otros toman caminos equivocados y te muestran con su ejemplo a dónde las malas decisiones te pueden llevar. Si tú no quieres verte como él en el futuro, entonces tú decides hacer lo que él no hizo.

—Ese es un pensamiento muy maduro, Adrián.

Él se encoge de hombros.

—Bueno, supongo que quizás si hubiese pasado toda la vida viendo a mi padre golpeando a mi madre sin consecuencias, tal vez pensaría equivocadamente que eso es lo normal. Pero me alegro de que ella haya sido lo suficientemente valiente para denunciarlo —sonríe, evidentemente con orgullo—. Cuando me pedían hacer un ensayo de mi héroe en la escuela, yo hablaba sobre ella. Mi mamá es mi héroe.

Él palmea mi espalda y yo sonrío mientras lo veo caminar por delante de mí para entrar al dogout de primero. Por un segundo me quedo allí, pensando en mi propia madre, en lo mucho que la extraño y en lo injusto que he sido con ella. Mamá lidió con un esposo mujeriego y luego con su divorcio mientras tenía que ser al mismo tiempo la madre de un niño pequeño que la necesitaba, ella no se derrumbó, se levantó por nosotros dos sola y yo nunca lo había apreciado hasta ahora. Incluso la juzgué cuando comenzó a salir con Paxton hace tres años. He sido un hijo de mierda, debo llamarle. Mamá debe saber que si en este momento me pusieran a hacer un ensayo para escribir sobre mi héroe, mil hojas no me alcanzarían para contar todo lo bueno de ella.

***

Allie está ayudando a Grace con la ducha mientras que yo me encuentro en la sala, con el teléfono pegado a mi oreja mientras espero que mamá atienda la llamada.

¡Cielo! —jadea claramente emocionada cuando finalmente responde—. ¡Paxton, es Matt! —escucho que dice a lo lejos, claramente para su esposo.

—Hola mamá —sonrío automáticamente, tirando de un mechón de mi cabello mientras me siento torpemente nervioso al hablar con la mujer que me ha amado durante toda mi vida—. ¿Cómo estás?

Muy contenta de escuchar tu voz, cariño. ¿Y tú? ¡Ay, te extraño tanto!

—Estoy bien —río—. También te echo de menos. ¿Cómo estuvo Londres?

Maravilloso —dice, puedo imaginarla sonriendo al hablar—. Habría sido mejor si hubieses estado ahí, pero comprendo que esto de pasar el verano jugando béisbol es algo que querías hacer. ¿Cómo va todo? ¿Ese entrenador tuyo te trata bien?

Me río, al parecer ella recuerda que le mencioné una vez que sentía que no le agradaba a Luke.

—La verdad es que sí, él es bueno conmigo. Y el equipo va bien, no hemos perdido todavía ningún partido.

Espero que no lo hagan.

—Descuida, tenemos a favor mis calzoncillos de la buena suerte.

—¡Ugh, Matt, cariño! Por favor dime que los has lavado...

—Ni una sola vez desde el último año de instituto —río.

Ay, cielo, qué asco —la oigo reír también—. Ya te lo dije antes, no pongas tu suerte en un objeto. Tú eres tu propia suerte. Tú y el empeño que pongas en hacer las cosas, eso es lo que define el resultado.

—Tengo una mamá muy sabia.

Sí, y una que te ama mucho, así que hazle caso a mami y consigue unos calzoncillos limpios para jugar, ¿vale?

—Lo haré —ruedo los ojos—. ¿Sabes que te amo, no? —espero su respuesta, solo que no llega—. Quiero decir, no quiero dar por sentado que lo sabes, creo que nunca te lo he dicho mucho, pero el punto es que realmente te amo mamá. Y honestamente me siento afortunado de ser tu hijo.

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