1.1.

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Abrí mis ojos y lo primero que vi fue el techo blanco. Sonreí ante el recuerdo de lo que había sucedido la noche anterior. No, no había hecho nada pervertido con Patch. Habíamos estados recostados, abrazados, hablando, recordando, incluso él haciéndome cosquillas o corriéndome por la casa. Estiré mis músculos y me puse de costado. Me encontré con Patch mirando hacia mi lado, pero con los ojos cerrados y una respiración profunda. Su mano se encontraba perfectamente encajada con mi cintura. Me acerqué más a él, acurrucándome a su lado, y apoyé mi cabeza en su pecho. Suspiré y cerré mis ojos, tratando de grabar su olor en mi mente.

Cuando estaba por volver a caer en un profundo sueño, sentí a Patch moverse a mi lado y besar mi cabeza. 

—Buenos días, Ángel.— susurró en una voz ronca que indicaba que recién se despertaba. 

—Buen día, Patch.— respondí alejándome de su pecho para quedar a la altura de su rostro.

Le sonreí, coloqué mi mano en su nuca, enredando mis dedos en su cabello y le besé. 

—¿Qué haremos hoy?—le pregunté pegando nuestras narices y con una sonrisa asomando mis labios.

—Lo que tú quieras, Ángel. Mientras esté contigo, podría hacer cualquier cosa.

—Pues a mí no se me ocurre nada...—contesté borrando del mapa los pocos milímetros que nos distanciaban.

—De hecho, a mí justo se me ha ocurrido una idea...—sus ojos tomaron un brillo oscuro y sexy. 

El timbre de la casa de Patch hizo que se detenga en lo que estaba diciendo, que sus ojos se tornen fríos y su mandíbula se tense. Lo miré con una cara que expresaba mi desconcierto y él, como si hubiera leído mi pensamiento, negó con la cabeza, dando a entender que no sabía qué estaba pasando. O quién estaría detrás de la puerta. Se levantó cauteloso, sin hacer ningún ruido. Se puso en el marco de la puerta de la habitación mirándome fijo.

«Quédate aquí, Ángel. No tardaré.» susurró Patch a mis pensamientos.

«Ni te pienses que irás solo.» le respondí dando un paso hacia él. 

«Claro que sí.» se acercó a mí, plantó un beso rápido en mis labios y se dirigió a la puerta principal. 

De acuerdo, no iría hasta la puerta principal, pero me quedaría al lado del marco de la puerta de la habitación, tapada por la pared, pero en un ángulo en que pudiera ver. Patch abrió la puerta principal y su expresión pasó de frialdad a asombro, y podría apostar que pasó por la alegría. No lograba ver quién había llegado. Patch dio dos pasos para atrás. 

—¿Dónde está Nora?— preguntó una voz muy conocida mientras entraba al salón.

No hacía falta verla, con escuchar su voz me bastó para saber quién había tocado el timbre. Y lo comprobé cuando pude verla entrar completamente al salón. Sus curvas. Su pelo rubio. Sus hermosas facciones.

—¡Vee!— grité mientras salía corriendo de la habitación hacia el salón.

Me abalancé sobre mi mejor amiga, habían pasado dos meses y medio desde la última vez que la había visto y, teniendo en cuenta que acostumbraba a verla todos los días, eso era mucho tiempo. Una sonrisa iluminaba mi cara. Pero había algo extraño.

Mi mejor amiga había cambiado su físico. Estaba más...¿gorda? Pero, eso es imposible, porque únicamente había crecido su vientre.

RitornoWhere stories live. Discover now