Dos almas

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Siempre tuve la idea, que hay personas que nacen con buena , mala o sin estrella, para mi desgracia me toco doble estrella. Alguien no hizo su trabajo o era una particularidad que de vez en cuando se equivocaran, para su fortuna. Aquí estaba con el descubriendo  a los siete años, que debía de querer mas , que un buen helado de pistache, que alguien no se enterara de mi mayor secreto, que hasta para mi  , lo era.

Sabia que algo no estaba bien en mi, como un presentimiento, que iba  a llover o que algo fatal sucedería, lo único que podía hacer era correr a casa para no mojarme, esto era mas complicado, lo sentía en mi, adentro de mi cabeza, para ser mas exactos en la parte baja de mi garganta, algo no funcionaba muy normal.

Era la quinta hija de una matrimonio convencional, campesinos la palabra mas rebuscada, mi madre con artilugios de magia, daba de comer a nueve hijos, las raíces era sus favoritos, cuantas veces soñé que me convertía en un árbol, pero no sucedió, aunque hubiera sido mejor , a mi destino por venir, no seria tan diferente.

Cuando llego la primavera de ese año, tenia diez años, parecía de seis por peso y tamaño, con mis grandes coletas castañas y mi piel curtida por el sol, no tenia nada bonito ,en cambio  mis hermanos con su ojos verdes del mar, me sentí mas fea que una muñeca de trapo si hubiera conocido alguna , claro esta. Mis ojos negros como la noche era un seña para mi madre de no equivocarse de hija, ya que mi hermana mayor por un año tenia la misma apariencia de desnutrición que yo, pero algo en su mirada me confiaba, para no odiarla, por ser mas bonita .Ella sabia quien era, o que era tan diferente a ellos. Una noche, entre colchones  arrinconados con olor a orines de los mas pequeños, me susurro, casi para si misma, tuve que acercarme para poner leer sus labios.

--Eres especial, Mariel, como una estrella fugaz en la noche con el cielo cerrado por la niebla—dijo sin mirar

--¿Porque no he muerto en esta miseria?

--No seas cruel, ellos hacen todo por nosotros—

-No creo eso Zulia, así que soy especial—me carcajeé

Esa noche soñé, con estrellas y comida, tenia tanta hambre, que las uñas de mis manos ya sangraban, los lamí, sabia a metal como monedas, como un peso para un pan. Los días domingo asistíamos a la plaza central del pueblo ,con su plazuela rodeada de árboles igual de pobres, sin flores o hojas secas, la sequía no distinguía especies.  Con la iglesia a nuestras espaldas, nunca entendí porque no asistimos a misa, si los que salían, bien vestidos, al parecer, el rezar a un dios postrado en el altar les funcionaba . mi madre nos separaba por esquinas, algunos con verduras por vender o en mi caso con la mano extendida

No era de mi gusto inclinar la cabeza, esperando la piedad, lastima o peor aún asco de  la gente, así que me gustaba ver pasar a los niños, perros ancianos y demás figuras sin nombre, colocaba mis brazos en mis rodillas y los espiaba, como si verlos era algo negado para mi ;  las niñas que salían de misa, corrían a comprar algodones de azúcar de colores pasteles, otras soplaban burbujas de jabón, con gracias, mientras tanto otros las reventaban con maldad, entre risas. Al mediodía mi padre nos buscaba se quedaba en al esquina sin pisar la plaza, con la mirada enloquecida, sus grandes ojos marrones se veían de un color enfermizo rojo, estaba apunto de levantarme, ya no sentía los pies, se me habían entumecido por el frío o por la quietud, era una cuestión negable, que el mantenerse sin vida era mas fácil,  que brincar sin nada en el estomago, cuando acabe de estirarme, hasta empecé a sentir los latidos de al sangre circulando por mis piernas, una mano con pellejos sueltos me detuvo , apenas para sujetarme del hombro, sus dedos parecían desbaratarse en  polvo, me le quede mirando sus rostro no parecía decir nada, así que  no me asuste, pensé que me hacia palanca para mantenerse también en pie, quise reír, decirle que mal bastón había encontrado, estaba igual o peor que ella,

Una Tarde de BurbujasWhere stories live. Discover now